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Ignacio Villa

El trío de la bencina contra el dúo calavera

La crisis está servida. Era previsible. Es más, se veía venir. La división interna en Izquierda Unida, como fase previa a la desaparición, ya es una realidad. El "papelón" que desde hace meses está desarrollando Javier Madrazo en el País Vasco ha sido el detonante final de una situación interna precaria y descontrolada. Izquierda Unida ha entrado ya, así lo indican todos los síntomas, en la recta final de su existencia.

Culpables no faltan en este desenlace, pero, hay dos personajes que rivalizan por el título de provocadores del desaguisado: Gaspar Llamazares y Javier Madrazo. Ambos, mano a mano, han ido colocando a Izquierda Unida muy lejos de su verdadero electorado, situando la Coalición como una fuerza política marginal y apostando siempre por actitudes inexplicables para una formación con una larga trayectoria democrática.

De LLamazares se podrían escribir muchas cosas, pero sólo diremos que podría escribir un manual sobre:"Como laminar rápidamente un partido político con una digna representación parlamentaria". Jugando siempre a una izquierda demagógica y trasnochada, tirando por la borda todo el trabajo realizado durante años por Julio Anguita, consiguiendo difuminar las señas de identidad de Izquierda Unida, Llamazares ha hecho fácil lo dificil. Anclado en una vieja verborrea artificial y diseñada, con un olfato especial para hacer lo contrario a las preferencias de su propio electorado y dinamitando cualquier disciplina interna necesaria para el funcionamiento de un partido, Gaspar Llamazares puede pasar a la historia como el último Coordinador general de su propia coalición.

El efecto de este descontrol interno y de esta ausencia de disciplina no se hizo esperar. Y a Gaspar Llamazares no le tembló la mano a la hora de promocionar a un advenedizo de la política llamado Javier Madrazo. El responsable de Izquierda Unida en el País Vasco ha ido poco a poco fabricando su propio cubículo en el País Vasco. Siempre jugando a la contra y apostando por su propia supervivencia, Madrazo ha llegado a ser incluso consejero del Gobierno vasco. Encantado de poder usar el coche oficial, ha aceptado sin recato una cartera en un Gobierno nacionalista y de derechas. Un Gobierno ocupado, de forma permanente, en que el brazo político de ETA pueda seguir ofreciendo cobertura a los terroristas. Una estrategia sin pies ni cabeza, y que Madrazo justifica con una simploneria:"Somos la parte roja del Gobierno de Vitoria". Toda una declaración de principios para una actitud que esta echando a patadas a miles de militantes y votantes de Izquierda Unida en toda España.

En este panorama desolador nos encontramos, de pronto, con las declaraciones críticas realizadas por tres referentes que estaban desaparecidos en combate: Rosa Aguilar, Paco Frutos y Felipe Alcaraz. Una crítica, una rebelión interna que era esperada desde hace mucho tiempo, pero que llega demasiado tarde y con una claro tufo electoral. No hay que olvidar que, ahora mismo, la supervivencia de Izquierda Unida pasa por la conservación en las próximas elecciones municipales de la alcaldía de Cordoba. Un enclave básico pora que la Coalición siga adelante sin divisiones internas. El desmarque de estos tres pesos pesados ha llegado cuando están todas las cartas marcadas, por lo que poco puede remediar, salvo la guerra interna, que ya está asegurada. Una batalla, sin duda, previa a lo que será la desaparición definitiva.

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