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Ignacio Villa

El uso político de la paz

El ambiente político y humano que se está viviendo en la campaña electoral vasca, es el ambiente de las grandes ocasiones. Resultados aparte, se vive ya con la sensación de una rebelión de los ciudadanos vascos. Una rebelión civilizada y sensata. Esta rebelión social sobrepasa con creces las siglas políticas y es el exponente claro del hartazgo que existe sobre el monopolio que el PNV ha mantenido durante décadas. Y es que la sociedad vasca no entiende de engaños, y quien lo ha hecho una vez puede volver a hacerlo en más ocasiones.

En este sentido se ha manifestado José María Aznar en Bilbao, advirtiendo de que el PNV volverá a pactar con Herri Batasuna en caso de ganar las elecciones. No sólo eso, si no que además —añadía Aznar— desde el nacionalismo se seguirá utilizando la paz como coartada. Una coartada que tendrá como objetivo socializar el fracaso de un nacionalismo que se encuentra entre la espada y la pared.

En el País Vasco es cierto que las cosas están empezando a cambiar. Ese cambio se esta produciendo por el desengaño de muchos vascos que se han visto burlados y estafados por el PNV. Un PNV que necesita también un cambio: el de sus dirigentes. Imprescindible para una regeneración política, necesaria en una formación que sin duda debe seguir teniendo un peso específico en el País Vasco.

El 13 de mayo está a la vuelta de la esquina. El impulso para el cambio se palpa en las calles de las ciudades vascas. Eso no es suficiente, pero sí es el primer paso. Los vascos —por lo que parece— no quieren volver atrás. No quieren que la historia se repita. Quieren evitar en definitiva que se vuelva a utilizar la paz en beneficio partidista. Y esa decisión tiene sólo una lectura electoral.

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