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Ignacio Villa

Entre trampa y trampa

Mientras no demuestre con claridad lo contrario regresando al pacto antiterrorista, volviendo a meter a De Juana entre rejas e ilegalizando al PCTV, no cabe concluir que las últimas acciones del Gobierno contra ETA suponen una rectificación

En esta última semana del mes de marzo hemos contemplado dos operaciones antiterroristas de importancia. La llevada a cabo en el País Vasco, en concreto, recuerda a las que se hacían con frecuencia en otras épocas, con la desarticulación de comandos operativos. Evidentemente, una operación policial de este calado siempre es bien recibida. Sin embargo, también nos asiste el derecho ciudadano de preguntarnos por los motivos por los que se ha realizado una semana después de que se barajara la publicación de un comunicado de ETA, con entrega incluida de algunas (más bien pocas) armas. No estaría de más que alguien nos explicara cómo se ha pasado de ese entusiasmo mal contenido a este otro extremo.

Después de haber pasado la página del atentado de Barajas, de dejar marchar a su casa al sanguinario De Juana Chaos, de dejar en la calle a Arnaldo Otegi, de mirar hacia otra parte mientras se suceden los episodios del terrorismo callejero, de mantener contactos con los terroristas tras el bombazo de la T-4; después de tanto desaguisado y de tanta cesión ante ETA, no puede extrañar a nadie que los ciudadanos se pregunten a qué viene ahora esta operación antiterrorista. Si además a la acción de la Guardia Civil se suma la prohibición de Garzón, con muchos matices, eso sí, del acto de Baracaldo de este fin de semana, resulta difícil no estar algo asombrado. ¿Acaso habrá cambiado por fin de rumbo el Gobierno?

No lo creo. Sabiendo el largo trayecto de mentiras y de trapisondas en las que nos ha enmarañado Zapatero, parece más razonable pensar que esté ahora más que nunca en manos de los terroristas. Ha ido tan lejos y se ha dejado hipotecar de tal manera que el miedo a que los terroristas vuelvan a hacer acto de presencia parece que el Gobierno quiere aparentar una dureza que en ningún caso se corresponde con sus intenciones y proyectos en esta materia.

El Gobierno se sabe en manos de los terroristas y es consciente de que, siendo los etarras quienes tienen la sartén por el mango, se la está jugando continuamente. El tumulto que provocó en las redacciones con el comunicado fantasma que finalmente ETA no llegó a emitir lo confirma. A esto hay que unir que la siguiente exigencia que tendrá que aceptar Zapatero será la presentación de Batasuna en las próximas elecciones municipales, y nadie puede olvidar que, cuando el PP estaba en el Gobierno, los cambios de siglas no le sirvieron de nada a los etarras. Ahora, el Ejecutivo intenta dar una imagen incluso enérgica ante la posibilidad de que los terroristas se la vuelvan a jugar, como ya hicieron con el atentado de Barajas.

Mientras no demuestre con claridad lo contrario regresando al pacto antiterrorista, volviendo a meter a De Juana entre rejas e ilegalizando al PCTV, no cabe concluir que las últimas acciones del Gobierno contra ETA suponen una rectificación, sino que forman parte de su estrategia de siempre. Mentir tanto durante tanto tiempo mientras se oculta todo lo relativo al proceso de rendición provoca ahora muchos interrogantes y toda la desconfianza del mundo. Ha tendido tantas trampas que ahora todo parece una. Y la próxima podría ser la celebración del acto político convocado este fin de semana en Baracaldo. Estando en apariencia prohibido, se le ha abierto una puerta a Batasuna-ETA que previsiblemente abrirá. Será, no lo duden, el penúltimo pulso de los terroristas.

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