Menú
Ignacio Villa

Espíritu de comisario político

El vigilante deja al descubierto su propia realidad cuando se atreve a denunciar que se siente vigilado. Con la ficción intenta encubrir sus verdaderas circunstancias. No cabe ninguna duda. El portavoz del PNV, Joseba Eguibar, ha vuelto a sus andadas. Como siempre, se sitúa más cerca de los verdugos que de las víctimas. Eguibar reaparece este verano con el mal gusto que le caracteriza. No le importa que un policía autónomo vasco permanezca ingresado en estado muy grave tras el último "atentado" de la violencia callejera. Él va a lo suyo, a su propia supervivencia política. Pues bien, con su estilo habitual, dice ahora que la Guardia Civil y la Policía Nacional destinadas en el País Vasco se dedican a labores poco menos que de espionaje, a controlar a los dirigentes nacionalistas. Por ello, no pueden realizar correctamente su trabajo de lucha contra el terrorismo.

Afirmaciones que, viniendo de donde vienen, no tendrían que asombrar. Pero, ciertamente, el sentido común nunca se puede acostumbrar a semejantes barbaridades. El concepto que el portavoz nacionalista tiene de la vida política y de la democracia deja mucho que desear. Sólo entiende este "negociado" como el de la ley del más fuerte. Sólo acepta sobre la mesa sus teorías, sus intereses y sus mensajes. No entiende de pluralidad, ni de normalidad. Ni, mucho menos, quiere entender de diálogo y entendimiento.

Eguibar, detrás de sus "machadas", ha quedado en evidencia y ha dejado al descubierto el desconcierto que vive el nacionalismo después del último encuentro entre Aznar e Ibarretxe. El nacionalismo, que pretendía alardear durante todo el verano de su tradicional victimismo, se ha encontrado ahora fuera de juego. El presidente del Gobierno presentaba entonces unas claras iniciativas sobre la lucha contra el terrorismo. Unas iniciativas a las que el nacionalismo no puede negarse, pero que tampoco puede aceptar; sencillamente porque quedaría al descubierto el "tenderete".

Con esta situación, Eguibar ha pretendido descalificar la propuesta del Gobierno de coordinar el trabajo entre todas las Fuerzas de Seguridad del Estado para buscar una mayor eficacia en la lucha contra el terrorismo. Pero lo está haciendo desde la tosquedad. La Policía Autónoma Vasca, como ha sido denunciado por los propios sindicatos del Cuerpo, es un "chiringuito" del PNV donde priman más los intereses partidistas que el orden público. La coordinación con la Guardia Civil y la Policía Nacional significaría dejar al descubierto la ineficacia que padece la Ertzaintza, que está diseñada y controlada desde el poder político.

Los malos modos de Eguibar, las evasivas de Balza, la desaparición veraniega de Ibarretxe y las declaraciones a medios polacos de Arzalluz marcan el estado de ánimo del nacionalismo. Sus objetivos siguen siendo los mismos, por supuesto. Pero sus últimos movimientos no han sido los más acertados y tiene que recomponer la situación. Mientras tanto, se dedican a simples maniobras de distracción, pero que esconden un autentico espíritu de comisariado político.

En Opinión