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Ignacio Villa

¡Este sí que es el Aznar del 96!

El anuncio realizado, por sorpresa, por el presidente Aznar en la Convención Nacional del PP ha roto todas las previsiones. El presidente del Gobierno, que en estos últimos meses ha recibido, con razón, muchas críticas por su falta de reacción ante los problemas y que tuvo que escuchar reproches en su propio partido por no ponerse las botas para abordar desde el apoyo personal el desastre del “Prestige”, parece estar dispuesto a reaccionar y a
rectificar.

Esta vez sí, en esta ocasión ha sabido recuperar esa política de gestos que le valieron muchos piropos y muchas alabanzas en la primera legislatura. El anuncio realizado por Aznar de aceptar la invitación para incorporarse a la lista municipal del PP en Bilbao es la vuelta a la política de los gestos, tan importante como la gestión más eficaz.

Con este anuncio, el presidente Aznar esta reconociendo los errores cometidos en esta última legislatura que ha llevado al Partido Popular a irse olvidando de forma progresiva de su frescura inicial. Aznar, por lo que parece, está dispuesto a volver a saltar al ruedo con gestos concretos. Con este anuncio, convirtiéndose en el último de la lista en la municipales bilbaínas, vuelve a las formas y a los estilos del principio.

Y ¡ojo!, que el PSOE se está equivocando; en política una cosa son los efectos y otra los gestos. Los efectos se apagan con rapidez, mientras que los gestos acercan la política a los ciudadanos. Los gestos son eficacia, mientras que los efectos son puro humo. Con este gesto, Aznar retoma la iniciativa de forma definitiva; mientras que el PSOE sigue navegando entre sus miserias, sus errores y sus mentiras. La iniciativa la tiene ya el Gobierno, pero esperemos que no vuelvan a las andadas a las que nos tienen acostumbrados, cuando menos se espera. Con este Aznar, el PP vuelve al ritmo del 96. Este gesto, en todo caso, deberá ir acompañado de otras rectificaciones, para devolver donde estaba al PP y de donde nunca tenían que haber salido. Una política de gestión, pero también una política de gestos. ¡Bienvenido sea el cambio!

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