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Ignacio Villa

Esto está que arde

Desde que el PP está en el poder, esta es la primera vez que afloran las críticas internas sobre el funcionamiento orgánico del Partido. Durante todo este tiempo, es verdad que hemos podido escuchar algunas opiniones diversas sobre cuestiones más o menos importantes, pero siempre se guardaron las formas. Sin embargo, Cascos ha hecho temblar los cimientos del PP. Casi nadie esperaba una crítica de tal contundencia, aunque era obvio que antes o después tendría que producirse. Sin embargo, por lo inesperado, las palabras de Cascos han sido un duro golpe para la dirección del partido.

Las palabras del ministro de Fomento nos sitúan ante a la cruda realidad interna del PP. Hoy por hoy hay muchos nervios y además, van en aumento. Tras el verano, un gran número de cargos internos se juegan su futuro político. De septiembre de 2002 hasta 2004 habrá seis convocatorias electorales y también se conocerá al sucesor de Aznar. El PP se la juega, por eso las declaraciones del que fuera su secretario general tienen mayor relevancia. Además de mostrar públicamente el nerviosismo interno del PP ante la posibilidad de perder la alcaldía de Madrid, lo dicho por Cascos supone un claro aviso: ante la temporada que se avecina, la disciplina interna tiene un límite y estamos acercándonos a él.

Desde ahora va a ser muy complicado pretender que el PP siga siendo una balsa de aceite. Es más, volvemos a la gran cuestión de la sucesión. Aquel que sea elegido para sustituir a José María Aznar, además de ganar las elecciones del 2004 deberá aglutinar a todas las familias que conforman el Partido Popular. Con Aznar se han diluido, pero su abandono voluntario de la primera línea política vuelve a colocar a muchos detrás de las viejas etiquetas ideológicas anteriores a la refundación del PP. Es decir, reaparece el antiguo peligro de la desaparición del centro reformismo devorado por las históricas “familias”.

Además, las declaraciones de Cascos avalan que ha terminado la consigna típica de “hay que ser buenos”. Se acabó. Desde ahora, y parece inevitable, todos quiere estar situados para no caer en tiempos de cambio. Nadie quiere desaparecer de buenas a primeras. Cascos acaba de abrir la veda de las críticas en voz alta. Por último, Cascos puede haber querido dar un aviso a los dirigentes del PP, incluido el presidente Aznar. El sucesor no podrá elegirse a ritmo de encuesta, sino que habrán de tenerse en cuenta otros datos que determinen esa elección.

En fin, que el ambiente esta calentito. Apenas acabamos de empezar, pero nadie debería sorprenderse de lo que ocurre (y ocurrirá desde ahora), porque es lo mínimo que cabe esperarse de un partido que ya es un manojo de nervios.

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