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Ignacio Villa

ETA se siente acorralada

La banda terrorista ETA intenta de nuevo revolverse desde el único terreno que conoce: el del miedo y el terror. Con esta nueva ofensiva que están realizando en la costa levantina, los etarras nos confirman a todos que se sienten acorralados ante la iniciativa de ilegalizar a Batasuna. Aunque en otras ocasiones, desde su crueldad y barbarie, han intentado cuidar algunos modos externos que pudieran transmitir a la opinión pública una imagen de responsabilidad y organización interna, en esta ocasión se muestran descompuestos. Los terroristas quieren hacer daño y lo van a seguir intentando, pero saben que sus recursos y mecanismos de reacción van a ser cada vez más escasos y reducidos. Los etarras y su entorno son conscientes de que ya sólo les queda una huida desesperada hacia ninguna parte.

Estos nuevos atentados forman parte de lo que han dado en llamar "campañas de verano", aunque en esta ocasión ya no todo es igual. Con los nuevos asesinatos, bombas y amenazas, los etarras han prendido la mecha de la ilegalización de Batasuna. Ellos mismos han facilitado el inicio del proceso, impidiendo que su brazo político no condene los últimos asesinatos de los terroristas.

ETA sigue haciendo lo único que sabe hacer, pero son perfectamente conscientes de que con esta actitud están abriendo, de forma apresurada, el camino de la ilegalización. Ese proceso, que el Gobierno ha acelerado, va a tener sin duda otros efectos muy saludables para todos los demócratas de bien. Por un lado, se percibe ya un fortalecimiento bien cimentado de las relaciones entre los dos grandes partidos políticos de la democracia en torno a la lucha antiterrorista. Además, la ilegalización va a significar el cierre automático del grifo de dinero que recibía Batasuna como partido político, lo que, por supuesto, se va a traducir en una hostilidad internacional que ya han empezado a percibir desde el 11 de septiembre, pero que ahora puede ser definitivamente asfixiante.

Aunque ETA sigue haciendo lo único que sabe hacer, nota que las filas de los demócratas están más cerradas que nunca. Los terroristas son conscientes de que con la ilegalización de Batasuna las cosas van a cambiar considerablemente, y por ello se encuentran desconcertados. La ilegalización va a significar el final de muchas cosas, pero sobre todo se van a cerrar todos las vericuetos democráticos que se encontraban abiertos y que los "batasunos" aprovechaban en beneficio propio y del terrorismo.

Poner a Batasuna fuera de la ley no va a implicar el final inmediato del terrorismo, pero es el primer paso imprescindible para que el terrorismo se acabe en España. Las consecuencias de la “campaña de verano” pueden traer el principio de la liquidación de ETA, que empieza, de verdad, a sentirse acorralada.

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