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Ignacio Villa

Frente a los líos, buena cara

Una cosa es lo que se acepta públicamente y otra muy distinta lo que se reconoce en privado. El Gobierno y el Partido Popular, alterados desde hace semanas por polémicas diversas, mantienen un discurso oficial para el escaparate, mientras reconocen en reuniones internas que algo grave está pasando y que es urgente remediarlo.

A José María Aznar le preocupa la polémica suscitada por las declaraciones de Alvarez Cascos sobre el funcionamiento interno del partido. Pero lo que realmente le trae de cabeza es la imagen conflictiva que el Ejecutivo está ofreciendo desde hace semanas. Al presidente no le gusta nada la cadena de enfrentamientos que están surgiendo en torno al Gobierno. Los populares han estado enfadados con los obispos, con los sindicatos, con los catalanes y, para cerrar el ciclo, ahora los problemas surgen entre ellos mismos, con la citada polémica de Cascos.

Aznar no quiere más líos con nadie, y así se lo ha comunicado a sus más cercanos colaboradores. Sabe que una de las claves de su éxito ha sido la fabricación de una imagen dialogante y flexible durante la primera legislatura, una actitud que sin duda les proporcionó la mayoría absoluta en el año 2000. Luego, con esa mayoría, los populares recibieron el mensaje de que sus electores querían que cumplieran fielmente el programa. Con el paso de los meses han ido cumpliendo sus promesas electorales, algo que merece todos los respetos, pero simultáneamente las formas de hacer política del Ejecutivo se han ido agriando.

El resultado que ofrecen es que están enfadados con casi todos. No admiten críticas, no aceptan disparidad de opiniones. Tanta rigidez ha provocado que, de forma repentina, el PP se haya encontrado con los medios de comunicación llenos de conflictos entre el Gobierno y los más diversos protagonistas. La información política no se centra en la gestión del Gobierno, sino que gira en torno a los líos del Ejecutivo.

Aznar quiere acabar con esta imagen y así se lo ha pedido a los suyos. Dicen que esto no puede seguir así y que están tomado cartas en el asunto. Ya veremos si con los propósitos basta para que halla un cambio de actitud. Esta imagen del enfado permanente no les conviene, porque puede estropear el trabajo de mucho tiempo. El Gobierno necesita, por necesidades de la propia estrategia, tener siempre "buena cara". Cosas de la política.

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