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Ignacio Villa

Hasta el rabo todo es toro

¿Qué hacen desfilando soldados españoles junto a soldados de dos países en los que la democracia es una quimera? ¿Era necesaria una nueva humillación?

Hasta el rabo todo es toro. Qué rápido van las cosas. Parece que era ayer cuando Rodríguez Zapatero, entonces líder de la oposición, no se levantaba en la Plaza de Colón al pasar la bandera de los Estados Unidos. Entonces esgrimía que por “convicciones personales” había sentido el impulso de no levantarse al paso de la bandera americana. Era la época del pancartismo contra Irak.
 
La pregunta ahora es irremediable: ¿se va a levantar el Gobierno y su presidente con "devoción" al pasar la bandera de la Cuba del dictador Castro? ¿Va a emocionarse Zapatero cuando ondee al viento la enseña de la Venezuela del populista Chávez? ¿Por qué el presidente del Gobierno nos humilla de esta forma? ¿Hasta cuándo este Ejecutivo va a vivir instalado en la provocación?.
 
Siempre hemos dicho que en el terreno castrense este Gobierno –con José Bono a la cabeza– sabía lo que hacía. Y entre otras cosas ha arrinconado muchas de las tradiciones seculares del Ejercito como, por ejemplo, la oración por los caídos. También se puede recordar el desmontaje del lema de la Academia de Suboficiales de Lérida por las exigencias de los independentistas catalanes, sin olvidarnos del silencio oficial impuesto en el Ejercito por el siniestro del helicóptero de Afganistán. En definitiva, Zapatero y Bono, o Bono y Zapatero, han conseguido poner en marcha una operación sin fisuras para convertir a los militares en una ONG. Una triste humillación que ahora se ve agrandada por esta invitación.
 
¿Qué hacen desfilando soldados españoles junto a soldados de dos países en los que la democracia es una quimera? ¿Era necesaria una nueva humillación? El Gobierno vuelve a sacar la polémica con una actitud rastrera; con un talante dictatorial y con unas formas en las que se les ve el plumero. Sinceramente, no nos merecemos este Ejecutivo que ha cerrado las puertas del mundo a España y que ahora se arrodilla ante dos regímenes políticos –Cuba y Venezuela– donde se aniquila sistemáticamente a la democracia. Dos regímenes sin libertad a los que Zapatero abre la puerta de la fiesta del 12 de octubre. Por lo que se ve este hombre no tiene límites; al menos nos queda el consuelo de su torpeza. Ahora se entienden mejor  muchas cosas.

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