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Ignacio Villa

Ibarra baja de la nube a Zapatero

El Partido Socialista es una bomba de relojería que puede estallar en cualquier momento. Después de un fin de semana de propuestas –lunáticas unas y poco creíbles otras–, los socialistas bajan de nuevo a la realidad y lo hacen de la mano de uno de los "notables" de Zapatero. Rodríguez Ibarra dice que los partidos nacionalistas deberían sumar como mínimo un cinco por ciento de apoyo electoral en todo el Estado para estar representados en el Congreso. Dicho de otra forma: Ibarra da un portazo fuerte y sonoro a los nacionalistas, a todos, incluidos los "amigos" de Zapatero y, por supuesto, de Maragall.
 
Estas afirmaciones del presidente extremeño vuelven a desnudar la vida interna del Partido Socialista. Hay una gran división que ya no se puede esconder bajo el falso manto de la pluralidad. Existe una confrontación evidente entre los dirigentes socialistas que ya no se puede disimular con imposibles propuestas electorales. También hay un ambiente electrizante que saltara por los aires el "día después" a las elecciones generales.
 
Zapatero navega entre los nacionalistas republicanos, la historia de los pueblos de España de Maragall, las reformas fiscales de Sebastián y las guarderías de Chacón como si estuviera en otra galaxia. Y efectivamente se encuentra en otro mundo, tan lejos de la realidad que ha dejado de dirigir hace mucho tiempo al PSOE. Aunque Ibarra ya se ha encargado de que vuelva al suelo, de que vuelva a la fuerte crisis interna que se vive en la calle Ferraz.
 
Rodríguez Zapatero camina sin dirección y con una amenaza real: los republicanos catalanes, que pueden fundirle, literalmente, en caso de que alcancen a tener Grupo parlamentario propio en el Congreso tras las elecciones de marzo. En caso de que ERC consiga voz propia en el Parlamento, Zapatero –mejor dicho, su sucesor– tendrá que vivir mirando a los bancos de los independentistas catalanes si es que quiere mantener el Gobierno de Maragall. Ciertamente es una auténtica humillación política para el PSOE, que ha sido partido de Gobierno y que tiene –con todos sus errores– una larga trayectoria de partido nacional.
 
Pero ante este panorama el Partido Popular también se enfrenta a un panorama cada día más peligroso. No nos cansamos de decirlo: los populares observan con tranquilidad el próximo enfrentamiento electoral. Es cierto que las cosas están claramente a su favor, pero cuidado, parece todo tan fácil que la confianza en sus propias fuerzas se esta convirtiendo en su gran fantasma electoral. Ven la victoria tan fácil que no pueden disimular el entusiasmo, y ese es el mayor peligro que tienen para obtener la mayoría absoluta.
 
Es verdad que el Partido Socialista, con sus desavenencias y desvaríos, le está haciendo la campaña al PP, pero eso no es suficiente. El Partido Popular es la formación que sustenta al Gobierno y de él se espera una ofensiva en toda la regla, aunque no le queda mucho tiempo.

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