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Ignacio Villa

Inmovilismo de guante blanco

El montaje escénico que Juan José Ibarretxe ha puesto sobre el escenario de Moncloa se cimenta en la más pura contradicción. Por un lado: dialogo, buenas intenciones, buenas palabras y buenas maneras. Por otro, la incapacidad nacionalista de ceder un ápice en sus intenciones y objetivos. Entonces en que quedamos: ¿dialogo o intransigencia? Ibarretxe parece que se olvida que cuando se dialoga hay que ceder y por el momento ha mostrado claros síntomas de no tener intención de hacerlo ni en el presente ni en el futuro. ¿Dialogo? Ibarretxe le ha recordado a Aznar que quiera o no quiera terminará hablando de todo incluida la soberanía.

¿Dialogo? Ibarretxe ha insistido que él tiene un programa electoral que va a cumplir hasta el ultimo punto, guste o no guste.

¿Dialogo? Ibarretxe ha mostrado su objetivo intocable de que la sociedad vasca decida su futuro.

Desde luego que las formas en política son importantes, pero el fondo también y además, aunque las formas vayan acompañadas de educación no quiere decir que abandonen sus raíces de intransigencia.

En todo caso no hay que engañarse, Ibarretxe piensa lo de siempre, quizá con guante blanco, pero con la rudeza e inmovilismo que nos tiene acostumbrados. Por lo tanto, la realidad es que pocos cambios en el panorama político vasco o, lo que es lo mismo, certificar que Ibarretxe está donde estaba, con el agravante de que lo falsea con la apariencia del dialogo.