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Ignacio Villa

IU, camino del Grupo Mixto

La trayectoria política que está manteniendo Izquierda Unida en la presente legislatura está convirtiendo a esta coalición en una fuerza parlamentaria marginal. Ha perdido todo el peso específico que mantenía en otros momentos no muy lejanos. En muy poco tiempo, Gaspar Llamazares, el actual Coordinador General, ha permitido dilapidar toda la herencia recibida de Julio Anguita quien, en circunstancias muy complicadas para la izquierda, supo mantener siempre un proyecto con coherencia y constancia.

Durante años desde Izquierda Unida –con mejores o peores resultados– siempre se mantuvo una línea de actuación parlamentaria. Con Julio Anguita como Coordinador General, la coalición pudo mantener estrategias más o menos acertadas, pero siempre con una actitud permanente de respeto y de sentido común en las grandes cuestiones de Estado. Pero, por encima de todo, con Anguita se mantuvieron siempre las ideas claras en la lucha contra el terrorismo. Nunca se vivieron capítulos de complicidad encubierta con Batasuna. Y mucho menos se rompió con unos principios de actuación a cambio de conseguir un confortable sillón de una Conserjería autonómica.

Pero, en estas, llegó Gaspar Llamazares y con él llegó el desastre. La falta de autoridad del nuevo Coordinador le ha llevado a mantener en el País Vasco una política sin principios y de concesión con los suyos y con los demás. Incomprensiblemente ha dejado la iniciativa a Javier Madrazo que ha vendido la marca política de la coalición por un coche oficial, demostrando una buena dosis de mezquindad. Madrazo, que ha descubierto los vapores del poder, no quiere abandonar ahora su Conserjería en el Gobierno vasco. Una presencia difícilmente explicable desde ningún punto de vista y que está dilapidando la trayectoria de años de Izquierda Unida en todo el territorio nacional. ¿Quién puede explicar, por ejemplo, a un militante comunista de Córdoba, que sus camaradas del País Vasco han pactado con un partido de derechas y nacionalista, y que además ofrece cobertura política a Batasuna? Sinceramente, nadie lo puede explicar, y nadie lo puede entender.

En este desbarajuste ideológico y de principios se enmarca la decisión de abstenerse que Izquierda Unida ha anunciado para el próximo lunes en el Pleno extraordinario del Congreso de los Diputados en el que se va a pedir al Gobierno que inste la ilegalización de Batasuna. Es una prueba más del camino emprendido por Izquierda Unida de la mano de Gaspar Llamazares. Un camino que muchos predicen que acabará, como mucho, en el Grupo Mixto del Congreso en la próxima legislatura. Ahora Izquierda Unida es un formación marginal pero en poco tiempo se puede convertir en una formación exclusivamente testimonial. Incluso hay quién dice que no habrá que esperar a las próximas elecciones generales para que esto ocurra. Si en las próximas municipales Izquierda Unida pierde la alcaldía de Córdoba, su único referente nacional, la desintegración de la Coalición se podría precipitar.

Izquierda Unida, a la que Llamazares está colocando en el borde del precipicio, se encuentra en fase de descomposición interna. Un proceso que desde dentro se está fomentando con las actitudes contradictorias e inexplicables que están manteniendo en el País Vasco. Izquierda Unida desorientada, sin programa y sin objetivos, vive una triste agonía, agravada por su comportamiento al aceptar y mantener una Conserjería en el Gobierno Vasco. Era difícil pensar que Llamazares, en tan poco tiempo, consiguiera machacar la herencia política de Julio Anguita. Una auténtica pena.

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