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Ignacio Villa

La agenda del presidente

Aunque intenta esquivar cualquier sombra de crisis de Gobierno, evitar la más mínima sombra de cambios en su Ejecutivo, el verano es momento para la reflexión y, ¿ por qué no?, también para las decisiones. José María Aznar, como cualquier presidente del Gobierno que se precie, no permitirá nunca que, al menos en la apariencia, alguien le pueda marcar su agenda. Y menos admitirá que desde fuera se puedan hacer remodelaciones del Gabinete. Una potestad que sólo a él le corresponde.

Pero dicho esto, hay que añadir que, con el paso de los meses y de los años, José Maria Aznar está enseñando públicamente una forma de hacer que para muchos es un defecto. Aznar tiene su agenda, su tempo para la política, y muy pocas cosas le hacen cambiar. Esta forma de trabajar tiene su momento, pero el actual no parece, desde luego, el más propicio. Esta manera de trabajar ofrece también un flanco muy débil: incapacidad para reaccionar, falta de frescura para cambiar de planes, obsesión porque nadie le lleve la contraria. Además, si a esto le sumamos el nerviosismo que se palpa desde hace tiempo en el PP ante la incógnita de la sucesión, el resultado final es de desconcierto. Muchos en el entorno de los populares se preguntan: ¿Qué planes tiene el presidente para el futuro?

Es en este contexto de una agenda inamovible donde aparece una posible crisis de Gobierno. Aznar piensa y guarda sus secretos al máximo. Desde luego, no permitirá nunca que un posible reajuste del Gabinete venga determinado por la presión mediática. Pero, ¡ojo!, aquí no son los medios de comunicación los que están empujando al presidente a realizar algunos cambios. Son, pueden ser, sus propios ministros los que están provocando esta crisis. Son los ministros por sus propios defectos: ausencia de fluidez en la comunicación, poco acierto en alguna de las medidas tomadas, defectuosa "venta" de la gestión, la oferta de una imagen de blandura y de poca iniciativa. No son los medios "malos y perversos" que critican y no "comprenden" las maravillas del Ejecutivo. Quizá no estaría de más que desde el Gobierno se reconociera que las criticas están motivadas principalmente por el poco acierto en la gestión de varios ministros.

Aznar dice que, por el momento, no tiene pensado hacer cambios. Conociendo algo al presidente, hay que catalogar la respuesta de poco contundente. Algunos hablan de una crisis en enero, coincidiendo con el congreso del PP. Otros sugieren que los cambios deberían ser en septiembre para no entorpecer la Presidencia española de la Unión Europea. En septiembre o en enero, esta vez los cambios de ministros no estaban previstos en la agenda de Aznar. Aunque no lo quiera reconocer, esta vez la crisis viene determinada por la mala gestión de algunos de sus ministros. Aznar se planteaba cambios mínimos para el Congreso de enero, las circunstancias indican que la crisis será más amplia. Así es la vida, guste o no guste.

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