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Ignacio Villa

La ceguera europea

Las dudas de la Comisión Europea sobre la inclusión de Batasuna en la lista de organizaciones terroristas de la UE nos devuelve a la dura realidad de la incomprensión europea sobre la lucha contra el terrorismo. Aunque luego hayan rectificado, lo cierto es que Europa, otra vez, volvía este viernes a sus reticencias, recuperaba viejas actitudes de falta de compromiso con la lucha contra el terror, desenterraba "poses" de comprensión hacia los que encubren a los terroristas, insistía en mirar hacia otro lado y persistía en una actitud más cercana al miedo y a la cobardía que a la determinación de plantear una lucha contra todo el entramado terrorista: los que matan y los que les dan cobertura.

Las pegas que este viernes pusieron desde Bruselas, aunque horas después rectificaran con un comunicado "aclaratorio", nos volvían a situar sobre la dura realidad comunitaria que merece la pena denunciar una vez más. Está impregnada toda ella de una actitud funcionarial y de anquilosamiento político que atrofia su estructura y le impide comprender lo que supone el pulso político y la capacidad de reacción ante las novedades que puedan ir surgiendo. Parece, tristemente, que en Europa sólo se entienden las cosas cuando ocurren desgracias como la del 11 de septiembre. Necesitan situaciones extremas para reaccionar, pero con el paso de las semanas se vuelven a acomodar en esta actitud fría y distante hacia la lucha con el terrorismo. Con esta frialdad, con esta indiferencia, Bruselas se sitúa más cerca de los que dan cobertura a los terroristas que de los que luchan contra el terrorismo a favor de la libertad y de la democracia.

Pese a todo, Europa parece reaccionar, aunque sea a trompicones, y, desde luego, los pasos que se han dado estos últimos meses son más importantes que los de los últimos años. Pero junto a eso, Europa sigue siendo a veces dura y lenta de entendederas. ¡Cuántos años han tenido que pasar para que nuestros vecinos europeos entendieran, al menos un poco, que el terrorismo de ETA era puro terrorismo y que como tal había que tratarlo a lo largo y ancho de todo el Viejo Continente! Francia, Bélgica y Portugal, por poner sólo tres ejemplos, han sido a lo largo de décadas la demostración más clara de que, cuando el problema es de otros, no están dispuestos a complicarse la vida. Con los atentados del 11 de septiembre parece que ya se han convencido de que el terrorismo es cosa de todos y que, por lo tanto, hay que combatirlo desmontando, por ejemplo, "los paraísos de terroristas". Ahora toca el siguiente capítulo, como es la necesidad de combatir las tramas políticas económicas y sociales que sostienen a los terroristas.

Europa es lenta y reacciona tarde y mal. Lo acabamos de ver con la rectificación, aclaración o como quiera que llamen a su ridículo de este viernes. Desgraciadamente, eso no es ninguna novedad. Ante tal actitud hay simplemente que insistir con paciencia, con constancia, sabiendo que la razón está de nuestro lado y que no hay excusas para permitir que sobreviva, tras la captura de los terroristas que aprietan el gatillo, una infraestructura que es la que realmente les da oxígeno para seguir actuando. Batasuna es una realidad anacrónica, y el que dude de su conexión con el terrorismo no estaría de más que se diera una vuelta por algunos pueblos del País Vasco para entender que, cuando se habla de terror, se habla de todo: de las pistolas y de la cobertura política, económica y social. No darse cuenta es ponerse intencionadamente una venda en los ojos.

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