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Ignacio Villa

La conciencia del PSOE

Con la autoridad que le da la mayoría generosa que tiene en el Ayuntamiento de La Coruña y con la credibilidad que le confiere un carné del Partido Socialista que ha refrendado con la fidelidad a unas siglas, Paco Vázquez ha vuelto a dejar las cosas en su sitio. Vázquez se está convirtiendo en la conciencia de Rodríguez Zapatero, quien una vez más vuelve a mantener una actitud meliflua, difuminada y polivalente. La posición pública del alcalde coruñés sobre el "uso político" de la plataforma Nunca mais y su opinión sobre la celebración de la comisión de investigación del desastre del Prestige en el Parlamento gallego ha servido para situar en el ridículo más absoluto a la dirección nacional del Partido Socialista. Paco Vázquez esta demostrando que el problema real de Rodríguez Zapatero y su equipo es la falta de definición ante las grandes cuestiones nacionales. Ser socialista, les está reprochando indirectamente Vázquez, no tiene que significar que no se defiendan algunos principios "contra viento y marea".

La clara posición de Vázquez evidencia que el secretario general del PSOE es incapaz de unificar un discurso "nacional" del PSOE sin oportunismos y sin falsos respetos a "las opiniones de todos". Vázquez está enseñando a Zapatero que el Partido Socialista puede mantener "sin complejos" posiciones claras sobre cuestiones de importancia para el gobierno del país, e incluso se puede compatibilizar la crítica dura al Ejecutivo del PP con una política empapada por "el sentido común" y con la disciplina interna.

El PSOE de Zapatero se ha convertido es una auténtica jaula de grillos. Pero en ella, curiosamente, se respeta y se alienta a aquel que rompe la doctrina general de un Partido que se llama nacional. En la dirección del PSOE parecen encantados con las "historietas" de Maragall o de Elorza, mientras que se muestran contrariados con las llamadas de atención de Vázquez. Y es que, precisamente, esa diferencia en el rasero es lo que nos lleva al fondo de la cuestión. Paco Vázquez se ha convertido en la "conciencia" de la dirección socialista para recordar al equipo de Ferraz dónde están los principios y cuáles deberían ser las pautas de actuación de un Partido que tiene intenciones de gobernar España.

Zapatero se siente más cómodo con las "machadas" de los Elorza y Maragall. Y siente como un zarpazo las opiniones de Vázquez. Señal clara de su incapacidad para poner orden en su propia casa. Lo preocupante es que al líder socialista no le remuerde la conciencia, por lo que no parece muy dispuesto a rectificar. Y con estos modos, sus expectativas electorales se escaparán inexorablemente por el hueco de la ambigüedad.

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