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Ignacio Villa

La crueldad, señal de debilidad

La banda terrorista ETA ha vuelto a actuar este martes. Lo ha hecho como sólo sabe hacerlo. Desde la cobardía, desde el anonimato, desde la villanía, desde la aberración. Los terroristas han escogido de nuevo la forma y la manera más fácil para poner en práctica su odio y su locura. Lo han hecho corriendo el menor riesgo posible, han vuelto a iniciar sus tristes "campañas de verano", en el momento en el que las playas están llenas, abarrotadas de cientos de miles de personas ajenas a la locura de unos cuantos que viven encerrados en un mundo de bombas, de pistolas, de exclusión y de dictadura.

Los atentados de los terroristas etarras son siempre el exponente más claro de la barbarie humana. Pero estos atentados veraniegos, en zonas de alta concurrencia popular, donde los ciudadanos están inmersos en la lógica despreocupación de las vacaciones, tienen especial crueldad. Son atentados indiscriminados, los atentados más deplorables que se pueden ejecutar. Riesgo cero para el terrorista, riesgo total para los ciudadanos, puesto que todos se convierten en objetivos potenciales de esta barbaridad, imposible de explicar en una sociedad moderna y democrática del siglo XXI.

La banda terrorista ETA, por lo visto en la provincia de Alicante, tiene intención de poner en marcha una oleada de atentados en zona escogidas y veraniegas. Quizá piensan que con esta estrategia muestran una cierta fuerza, cuando la realidad es bien diferente. Esta forma de actuar nos está enseñando al terrorista más cobarde, totalmente descabezado y atolondrado en su acción. Una banda terrorista que prepara una campaña de estas características es cierto que puede llevar el miedo y la inseguridad a las costas españolas, pero de forma simultánea esta enseñando todas sus miserias y todas sus carencias. Los terroristas con esta nueva ofensiva pueden buscar dar una imagen de fortaleza en la acción, de organización interna y de planificación esmerada. Nada más lejos de la realidad. Con estos atentados "veraniegos", ETA deja en evidencia su incapacidad para correr riesgos. La crueldad es siempre la mejor señal de una profunda debilidad interna.

No es casualidad que este lunes, el presidente Aznar, en Logroño, advirtiera que estamos en un momento crucial en la lucha contar el terrorismo etarra. Los terroristas, etarras con sus acciones indiscriminadas y cobardes, se encargan de demostrar a todos sus puntos débiles. Barbaridades pueden hacerlas y seguirán ejecutándolas, pero es una carrera que se dirige directamente al precipicio. Es precisamente por esta evidencia de que la banda terrorista se encuentra en uno de los momentos más críticos de su historia, cuando se hace especialmente indispensable una acción común y coordinada de todas las fuerzas democráticas. ETA enseña sus debilidades, y los demócratas no pueden desaprovechar la oportunidad.

Es por ello que con este panorama de un terrorismo acorralado, llama poderosamente la atención la nula implicación del Gobierno vasco en la lucha contra ETA. Seguramente escucharemos de Ibarretxe sus condenas formales y formalistas de los atentados, en un ejercicio intelectual de complicada comprensión. Pero detrás de esa fachada hueca, el Ejecutivo de Vitoria seguirá en una actitud ramplona, evitando que la lucha contra el terrorismo ocupe la prioridad que se merece en la acción del Gobierno vasco. Si algo hay que evitar es que los terroristas utilicen las Instituciones vascas como un salvavidas político; y por lo que vemos y escuchamos al nacionalismo vasco, a día de hoy, son su principal asidero.


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