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Ignacio Villa

La España triste y marginal de Felipe

¡Lo que faltaba para el duro! Felipe González, el mejor aliado electoral posible para el Partido Popular, ha vuelto a la palestra. González, que sigue sin encontrar su sitio, mantiene con empeño su actitud de no pasar a la historia de la política. Por lo que parece, tiene ahora como uno de sus objetivos prioritarios seguir incordiando. Después de trece años de Gobierno, después de una etapa final mezquina y corrompida, después de haber evidenciado que no sabe perder, Felipe González vuelve a la escena. Una mala noticia para el PSOE de Zapatero, puesto que otra vez se demuestra que el actual líder socialista sobrevive bajo la sombra del ex-presidente del Gobierno.

González, fruto de su odio y de la bilis que destila, se ha despachado a gusto con el PP y con el presidente Aznar. En la presentación de un libro propio, ha dicho de Aznar que está provocando una fractura de España, que está fabricando un país triste y marginal y que Aznar quiere para España simpatía pero no inteligencia. En fin, como ven, una buena colección de "piropos" propios de un ex-presidente del Gobierno, un análisis "profundo" y "razonado", una exposición fruto de la "madurez política". Una intervención de alguien que se ha olvidado de la corrupción, de la crisis económica, del GAL y de tantas otras cosas de trece años de Gobierno socialista que han dejado la huella que ya todos conocemos, y que no está demás que la recordemos.

Escuchando a González, lo mejor que puede hacer es callarse, por su bien y por el de su partido. Un ex-presidente del Gobierno que estructura su discurso en el ataque frontal, en el insulto y en la zafiedad es un ejemplar político que debería desaparecer. La España de González, la España que dejó en el 96, sí que era una España triste y marginal, pero además era la España de la corrupción. Ese era el panorama, ese era el horizonte del "proyecto González". Por el bien de todos, que no nos olvidemos.

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