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Ignacio Villa

La espuma de las tertulias

El presidente del Gobierno ha confesado en Irán que el trabajo le impide escuchar la radio, y especialmente las tertulias. José Maria Aznar, algo molesto, dice no dar por escuchadas las críticas. Se refiere a la polémica surgida por no haber suspendido la segunda jornada de la visita oficial a Irán a causa del último atentado terrorista. Aznar disfrutó de una jornada de contenido turístico en la ciudad de Isfahan. El presidente ha vuelto a repetir que su sitio era esta ciudad turística persa, y no Vitoria con la familia de la ultima victima de ETA. Un criterio bien distinto al de hace una semana, cuando sí suspendía el viaje oficial a Vietnam por el atentado de Sevilla.

No es bueno no aceptar las críticas. No es bueno encerrarse en unas decisiones tomadas con más o menos acierto. Y, además, Aznar sugiere que esas críticas que se han podido escuchar en las tertulias radiofónicas son simplemente espuma, y como tal se evaporan sin más influencia. El desprecio por la opinión publica, cuando no es favorable, no parece el camino más adecuado. Las tertulias radiofónicas, por encima de todo, crean estado de opinión, recogiendo en muchos casos el parecer de los ciudadanos. No pasa nada por cometer errores. No pasa nada por que se escuchen las críticas. Decían que el palacio de la Moncloa tenía un síndrome, esperemos que esté enterrado para siempre.