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Ignacio Villa

La gracia de insultar en privado

Por lo que estamos viendo estos últimos días en España, estamos todavía hipotecados con viejos e históricos complejos que sirven para medir a los políticos con distintos raseros. Ahora quieren hacernos creer que el comentario realizado por el presidente del Parlamento catalán Joan Rigol calificando de "animales" a las Fuerzas de Seguridad del Estado es una simple anécdota, un desgraciado desliz. El comentario, incluso justifica el propio Rigol, ha sido realizado en un ambiente privado, aunque con el pequeño detalle de que los micrófonos estaban abiertos. Una "casualidad" que lejos de romper una intimidad ha servido para saber lo que dice y lo que piensa "en privado" el Presidente del Parlamento catalán.

Seguro que todos nos podemos imaginar fácilmente qué habría pasado si el mismo comentario se hubiera escuchado "por casualidad" a la Presidenta del Congreso Luisa Fernanda Rudi o al Presidente del Senado Juan José Lucas.

Pero nos les quiero ni contar el terremoto político que estaríamos viviendo si alguno de los dos citados presidentes se les hubiera escapado algo "a escondidas" sobre Cataluña o el nacionalismo catalán. A estas horas estaríamos escuchando peticiones de dimisión, comparecencias del Gobierno en pleno y exigencia de Plenos extraordinarios para que el presidente del Gobierno explicara las razones de esos "comentarios privados". Esto sin contar con los calificativos que el Partido Popular y sus dirigentes estarían recibiendo desde todo el arco parlamentario. En fin, ya lo vimos y escuchamos no hace mucho tiempo, cuando crucificaron públicamente al Presidente del Tribunal Constitucional Manuel Jiménez de Parga, por unas consideraciones teóricas sobre las comunidades históricas. Entonces fue un maremoto, ahora es una simple equivocación.

Es cierto que Rigol ha perdido perdón, ¡faltaría más! Es cierto que mantiene una trayectoria política equilibrada; aunque, más que un mérito, debería de ser una obligación. Pero también es cierto que el micrófono ha evidenciado un comentario de alguien que desempeña una de las funciones institucionales más importantes de Cataluña, y que por lo tanto no se puede permitir esos errores. La política tiene sus propias reglas, reglas en ocasiones muy crueles pero que se deberían aplicar por igual a todos. Rigol no ha realizado un comentario más o menos atrevido sobre una cuestión de importancia; Rigol ha insultado a las Fuerzas de Seguridad del Estado. Y, por lo tanto, en política no es suficiente con pedir perdón, es necesario responder de las propias responsabilidades políticas. Y esa respuesta es muy amplia, incluida la dimisión o la puesta a disposición de la Cámara de su propio cargo. La democracia es así. Cuando hay un error se renuncia o se dimite, y no pasa nada. Por lo tanto, no es fácil entender las razones de la "bondad" que ha mostrado el Vicepresidente Rajoy con todo lo sucedido. Eso se llama poner la otra mejilla. Parece que en el Gobierno no les importa recibir; ellos a dar jabón por si las necesidades del futuro hacen necesaria a Convergencia i Unió en un nuevo Gobierno del PP con apoyos externos. En fin, visto lo visto, parece que mientras los políticos insulten en privado, no pasa nada. ¡Menudo ejemplo a los ciudadanos!


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