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Ignacio Villa

La inestabilidad de no saber sumar

Dicen desde el Gobierno que está precariedad parlamentaria es saludable para la democracia. Vaya estupidez. Es un desastre para la estabilidad política de un Gobierno

Me gustaría saber quién es el que coordina a un Gobierno que es incapaz de sacar adelante una Ley Orgánica –de la que habían hecho bandera de legislatura– por falta de quorum parlamentario. Dice el ministro de Justicia, evidentemente afligido, que esta derrota parlamentaria forma parte de las limitaciones de un Gobierno sin mayoría suficiente. Es evidente que el Gobierno Zapatero no tiene respaldo mayoritario, pero cuando faltan dieciocho diputados, incluida la cúpula del Ejecutivo, lo que ocurre realmente es que hay un desbarajuste interno, mayúsculo y sonoro.
 
Esta votación perdida por el Gobierno es el primer tropezón serio en el Congreso. Hasta ahora el gabinete ZP ha tenido muchos, variados y repetidos errores, pero no había perdido una votación, quizá porque se ha dedicado mucho a la imagen y poco a legislar. Por lo que estamos viendo, el Gobierno socialista no legisla por incapacidad real. Muchas veces no quieren, cuando pueden no tienen y cuando tienen no saben. Un auténtico desastre.
 
La derrota parlamentaria del Partido Socialista para reformar la elección de la cúpula judicial no deja margen a la duda y es una derrota que debería tener importantes repercusiones internas. En el Gobierno, la vicepresidenta Fernández de la Vega, y en el Congreso, el portavoz Pérez Rubalcaba. Su situación es tan precaria, es tan justita y tiene tan poco recorrido que no tienen margen para ninguna alegría.
 
Dicen desde el Gobierno que está precariedad parlamentaria es saludable para la democracia. Vaya estupidez. Es un desastre para la estabilidad política de un Gobierno. Ya no le basta a Zapatero pactar bajo la mesa con ERC los presupuestos generales del Estado; ahora tendrá que tocar la corneta para ganar las votaciones en el Congreso. A esto se le llama inestabilidad. Una inestabilidad por no saber sumar. Y no hay más que hablar.

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