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Ignacio Villa

La irresponsabilidad de Zapatero

La campaña electoral ha comenzado de lleno. El secretario general del PP, Mariano Rajoy, ha elegido Valencia para presentar su primer envite: Seguridad y Justicia. Sus iniciativas, más allá de la letra pequeña, aportan en esta primera recta de campaña una interesante idea: en España no existen ciudadanos de primera y de segunda. El Estado tiene la obligación de tratar a todos los españoles por igual. Un tratamiento de igualdad que se debe manifestar desde los Tribunales de Justicia, desde la Agencia Tributaria o desde la Sanidad. No existen categorías de españoles según el territorio donde vivan; ni dependen de la prosperidad de una determinada Comunidad Autónoma; ni las políticas educativas de un Gobierno autonómico pueden clasificar a los ciudadanos.
 
Estas afirmaciones, que son la primera lección de un manual de convivencia democrática, han sido definitivamente enterradas por el Partido Socialista. Rodríguez Zapatero, con sus idas y venidas, con sus machadas y con sus cambios de opinión, está facilitando que esta necesidad de igualdad de todos se vaya diluyendo. El PSOE, con sus políticas al vaivén de los caprichos de sus dirigentes, está abriendo la puerta para que la sociedad española pueda ser clasificada en fución del territorio donde viva. Es tan demoledora la actitud de Zapatero, abriendo todas las compuertas de la frivolidad política, que si los socialistas ganaran las elecciones se convertirían –en caso de ejecutar las promesas de su secretario general– en unos kamikazes contra el Estado.
 
Quizá por ello Mariano Rajoy está incorporando de forma permanente en su prontuario electoral la advertencia de que los socialistas buscan la división de los españoles. Según las iniciativas socialistas, un catalán, un andaluz, un murciano o un extremeño recibirán distintas prestaciones y servicios del Estado, según su lugar de residencia. Para el PSOE, no habrá igualdad ante la ley, no todos tendrán derecho al mismo trato fiscal. La calidad de la sanidad pública será también diferente, según la Autonomía. Dicho de otra forma, el Estado saltaría por los aires.
 
Desde luego la llamada de atención de Rajoy es de una especial relevancia. El peligro de Zapatero no es sólo su frivolidad, su cambio de opinión o su falta de liderazgo. El verdadero peligro de Zapatero, un político lleno de irresponsabilidad, es la luz verde que ha dado para que el Estado se pueda dinamitar desde sus cimientos, facilitando que aparezcan españoles de primera y de segunda. Una auténtica aberración.

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