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Ignacio Villa

La mala educación

¡En que lío nos estamos metiendo! La última ha sido en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. El Portavoz Cabanillas ha intentado matar varios pájaros de un tiro. El resultado ha sido más bien el contrario.

Para empezar, ha castigado a los presentes con un largo informe sobre la enfermedad de las “vacas locas”: un resumen de la situación y de la acción del Gobierno. Un informe que tendría que haber llegado hace semanas, con la aparición de los primeros casos.

Con esta comparecencia tardía ha intentado, sin éxito, responder a las críticas. Críticas que se han escuchado sobre la falta de unidad de criterios en la política informativa, sobre la ausencia de “portavoz” en esta polémica y sobre la nula capacidad de reacción ante la preocupación social. Cabanillas ha intentado recolocarse en su sitio ejerciendo de lo que es: portavoz. Una rectificación que, se nos antoja, ha llegado con bastante retraso.

Para completar la desdichada rueda de prensa, Cabanillas ha salido al paso de las críticas que han tenido como objetivo a la ministra de Sanidad. Nueva máxima: criticar a los políticos es de mala educación. Así lo ha dicho saliendo en defensa de Celia Villalobos. Ahora resulta que la crítica no sólo está mal vista, sino que además es de mala educación. Una línea de separación peligrosa. Hay que recordar que la educación no es lo que clasifica a las críticas. En todo caso, el criterio es otro: la certeza de sus contenidos. Y por las reacciones vistas y oídas, en este caso las críticas, han sido plenamente certeras.

Otra vez más, el Gobierno ha reaccionado tarde y mal. ¿Qué esta pasando? ¿Es tan difícil?

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