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Ignacio Villa

La marginalidad de ETA

Las conexiones de la banda terrorista ETA con el mundo de la marginalidad social se han situado, después de las últimas detenciones, en la primera línea de la investigación policial y judicial. Ciertamente parece interesante, e incluso algo novedoso, ese giro hacia el territorio “okupa”. Pero, después de esa primera impresión, la evidencia surge contundente: ETA es, en sí misma, pura marginalidad.

La banda terrorista, que en sus lejanos orígenes ofrecía espejismo de unos ciertos objetivos políticos, se encuentra sumida plenamente en el mundo de los bajos fondos. ETA es un auténtico negocio del asesinato, del que viven muchas personas e incluso familias. ETA se ha convertido en una forma de vivir, de vivir de forma desgraciada para muchos.

Con esta estructura de terror, miedo y extorsión en funcionamiento, los terroristas, posteriormente, buscan dos terrenos para la alianza: el terrorismo internacional y los sectores marginales de la sociedad. Del primero, no ofrece ninguna duda la colaboración del terrorismo etarra con el terrorismo en otros países. El último ejemplo es muy reciente, la probada buena amistad que existe entre ETA y las guerrillas colombianas de las FARC y el ELN.

De los segundos, ETA tiene una predilección especial hacia los jóvenes. En el País Vasco, la relación con la juventud ha arraigado en la violencia callejera, con muchos jóvenes formados en “ikastolas”, que no tienen claro futuro de trabajo y estabilidad. Fuera del País Vasco, como se ha visto en Cataluña, buscan relacionarse con el llamado “movimiento okupa”, una forma de entender la vida en apariencia distinta al terrorismo pero que, como decíamos, tienen una raíz común: la marginalidad.

Precisamente en ese origen marginal de unos y otros es donde los etarras encuentran un fundamento para la colaboración estrecha en muchas ocasiones. Los etarras han descubierto en los “okupas” una excusa perfecta, y también unos colaboradores fieles. La propia marginalidad “okupa” ha sido la mejor alianza de los etarras a la hora de buscar información y escondites. Se incorporan a una forma de vivir sin llamar la atención, y pasan inadvertidos en un entorno nuevo.

ETA busca “convencidos” para su causa en el País Vasco, pero también busca “marginales” en otras comunidades autónomas. Este tipo de personas son mucho más eficaces para el trabajo que quieren realizar los terroristas, que algunos radicales convencidos.

ETA y la marginalidad se encuentran sin ninguna dificultad. Al final todo es lo mismo. Es más, el terrible objetivo de matar y asesinar es la marginalidad llevada al extremo. Es una auto-expulsión de la sociedad por voluntad propia.

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