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Ignacio Villa

La oposición desaparecida

El comienzo de la actividad parlamentaria, una vez concluidas las vacaciones del mes de enero, nos deja un balance realmente triste y preocupante. El reinicio de los plenos y de las sesiones de control son el mejor ejemplo disponible de la poca tensión política que en estos momentos mantiene la oposición socialista. Esa actitud del PSOE reviste una especial gravedad cuando, durante todo el año 2001, el Gobierno estuvo virtualmente noqueado. El Ejecutivo, con poca capacidad de reacción y menos coordinación, ha dejado una puerta abierta al PSOE que en ningún momento ha sabido aprovechar. Hemos presenciado tantos "balones de gol" desperdiciados por los socialistas que el Gobierno, después de un año duro y complicado, comienza a coger algo de aire, comienza a estar algo más tranquilo. Más por los deméritos ajenos que por los méritos propios. El Gobierno ha tardado tiempo en darse cuenta, pero al final se ha caído del guindo. Después de año y medio de gestión desde las últimas elecciones generales, el Ejecutivo ha descubierto que la oposición que está ejerciendo el Partido Socialista es una nulidad absoluta. El PSOE trabaja poco, lo hace mal y se equivoca sistemáticamente a la hora de escoger las cuestiones de debate. Una cadena de errores que se cierra con una clara ausencia de liderazgo.

El PSOE, sin duda, ha perdido una gran oportunidad. El año 2001, conocido como el año de la "depresión" en Moncloa, tampoco ha sido el año de los socialistas. Han estado más preocupados por los formalismos y por asuntos secundarios de poco interés para los ciudadanos. Además, han cometido errores de bulto como el viaje a Marruecos, la administración de la crisis en el PSE, la estrategia en el caso Gescartera o los cambios de opinión en cuestiones como la financiación autonómica. El Partido Socialista ha quemado semana tras semana una oportunidad única para desgastar al Gobierno y cimentar el liderazgo de Rodríguez Zapatero. Un año de errores y de formalismos es mucho tiempo. Y el tiempo perdido en política no es recuperable.

El Gobierno parece que ha contagiado su "depresión" a la oposición. El PSOE se encuentra desorientado, presa de la improvisación y con un perfil general realmente bajo. La oposición, lejos de acercarse a las preocupaciones de los ciudadanos, se encuentra cada vez más alejada de la realidad. El PSOE ha desaprovechado durante un año las sesiones de control al Gobierno, uno de los mejores instrumentos que tiene cualquier partido en la oposición para ejercer "presión política" sobre el Gobierno de turno. El PSOE no ha sabido dotar de tensión a su trabajo, y por lo visto, después de la primera sesión de control en el nuevo periodo de sesiones del Congreso, esa tendencia va a continuar en el tiempo. Con esta oposición, ciertamente, el Gobierno no sólo corre el peligro de caer en la autocomplacencia. Lo más preocupante es que un Gobierno sin oposición se convierte —así lo dice la experiencia— en un peligro para todos.

Y la oposición, por el momento, se halla en paradero desconocido... y además no ha dejado pistas.

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