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Ignacio Villa

La sonrisa de la mediocridad

La fotografía que nos ha dejado este lunes la visita de Artur Mas a Vitoria es la imagen de una evidencia. Ciertamente sobran los comentarios al observar sonrientes, mano a mano, a Ibarretxe y a Mas tras una entrevista que han catalogado de "afectuosa y muy interesante".
 
Ibarretxe y Mas han firmado una "coalición" estratégica, política y complementaria. Es la demostración de que estos dos políticos están llamados a entenderse. Un entendimiento definido por sus deficiencias, por su opacidad y por su falta de proyecto congruente. Ibarretxe y Mas se entenderán, no lo duden, porque se necesitan. Su forma de entender y hacer la política, siempre a la contra y buscando su propia supervivencia, es el punto de unión entre Vitoria y Barcelona: una relación que tiene todos los ingredientes para cuajar en el tiempo, y que sólo se puede interpretar desde el egoísmo nacionalista.
 
Desde luego no es un capricho, ni tampoco un despiste protocolario, que Artur Mas, que por el momento sólo es el conseller en cap en funciones del Gobierno catalán, haya sido tratado con todos los honores de President en Vitoria. Mas no sólo no ha sido sometido a una sesión de investidura, sino que tampoco ha llegado a ninguna aproximación real para formar un Gobierno de coalición. Pero todo eso da igual. Ibarretxe, acostumbrado como está a saltarse las disposiciones legales que no le interesan, no tiene pudor alguno para actuar según le viene en gana. Como quiere a Mas en Barcelona de colega, desde luego le va a poner cuantas alfombras rojas necesite. El lehendakari vasco sabe que su coalición con Mas le puede venir muy bien para sus intereses y, desde luego, va a poner todo lo que esté a su alcance para que se pueda cimentar.
 
Un ejemplo del uso que Ibarretxe está dispuesto a hacer del nuevo Gobierno catalán es la oferta realizada por Artur Mas de presentarse como un puente de diálogo entre Madrid y Vitoria. Desde luego, no deja de ser de una paradoja que se nos presente a Artur Mas como el ejemplo del diálogo y de la moderación. ¿Como puede ser esto posible cuando Mas ha fundamentado su campaña electoral en Cataluña en tensar las relaciones con el Gobierno central? ¿Quién puede encontrar un "currículum" dialogante en un político que demuestra que sólo sabe reivindicar, pedir y quejarse? ¿Alguien conoce alguna propuesta constructiva de este político convergente que sea en beneficio de los ciudadanos catalanes? Pues, sinceramente, la experiencia lo demuestra. Artur Mas podrá tener virtudes políticas -ya lo veremos con el tiempo- pero desde luego su plato fuerte no es el diálogo, ni la moderación.
 
Los abrazos y las sonrisas entre Ibarretxe y Mas son la triste imagen de la política pobre y rastrera del nacionalismo. Es la escenificación de dos políticos que han demostrado tener muchas deficiencias, pero que piensan que pueden ayudarse mutuamente desde esa mediocridad de la que hacen gala. Lo de Vitoria es un simple abrazo, pero no transmite nada bueno. Son dos políticos demasiado pendientes de su propia supervivencia para esperar gestos de confianza ciudadana. Ibarretxe ha engañado a Mas, o es quizá Mas el que se ha dejado deslumbrar por Ibarretxe. Da exactamente igual. Estamos ante la siempre engañosa y peligrosa sonrisa de la mediocridad. Y es que ya les conocemos y sabemos lo que quieren. Y lo siento... pero no picamos.

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