Menú
Ignacio Villa

La tranquilidad del PP

Han pasado sólo veinticuatro horas desde que José María Aznar convocara el Congreso de los populares y en el PP se escuchan ya en cada esquina los tambores de la "tranquilidad", señal inequívoca de que los nervios aparecen ante la permanente incógnita del futuro. Nadie sabe nada, pero todos dicen que viven tranquilos, abandonados en la voluntad final de un presidente que ha vuelto a utilizar su vieja estrategia de silencios, preguntas sin respuesta y despistes.

El primero en salir a la palestra ha sido Javier Arenas, actual secretario general, y de quien el pasado lunes Aznar dijo de pasada que terminaba mandato. Una mención que puede tener, o no tener, intención, pero la actitud siempre enigmática de Aznar hace que todo lo dicho o sugerido sea estudiado con lupa. Arenas, en una comparecencia ante los medios de comunicación, ha repetido varias veces que está muy tranquilo, que está a las ordenes del entrenador y que es el presidente Aznar quien debe marcar los tiempos del futuro. Declaraciones que hablan por sí solas y que demuestran el ambiente en el que se vive en el PP, a la espera de que al "jefe" se le ocurra decir o hacer lo que piensa.

Es evidente que Arenas está inquieto, pero como estaría cualquier hijo de vecino que tres años después de desempeñar un intenso trabajo no ha recibido todavía el más mínimo gesto de la persona que debe decidir sobre su futuro. Ciertamente, el estilo de Aznar muestra una forma de actuar fría y calculadora, capaz de romper los nervios más fuertes que puedan existir. El secretario general del PP durante estos últimos tres años ha trabajado, ha sabido colocarse bien y, sobre todo, ha dado lustre a un cargo que antes vivía desaparecido a la sombra de la presidencia del partido. Arenas está inquieto y no lo puede ocultar, pero no nos engañemos. Como él está la mayoría de los cargos directivos del partido, que no saben qué va a ser de ellos dentro de tres meses. Todo son especulaciones, interpretaciones, análisis y suposiciones.

Todo son posibilidades, pero nadie sabe nada. Y eso produce un claro nerviosismo que va a ir en aumento. Arenas ha tenido sus cosas buenas y malas en estos tres años, pero en todo caso no se merece esto, como no se lo merece nadie en el PP. No se puede estar a la espera de unas decisiones ocultas e inesperadas. Es verdad, lo decía el actual secretario general, que Aznar decide los tiempos, pero esa capacidad debería tener un límite marcado por la humanidad y el sentido común. Lo que está ocurriendo no se puede considerar dentro de los parámetros de la normalidad. Todos están nerviosos en el PP. No nos podemos olvidar de que esta tensión es directamente proporcional a las veces que hablen de tranquilidad y, por lo que hemos escuchado, se repite mucho ese término. Tanto, que lo van a desgastar. ¡Menuda tranquilidad!

En Opinión