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Ignacio Villa

La venganza de Rato

La inesperada y repentina retirada de Rodrigo Rato de la carrera sucesoria ha dejado al descubierto las intimidades de la casa popular. Después de un rápido vistazo, la conclusión es clara: no todo es de color de rosa.

El paso de los días, desde el anuncio hecho por el vicepresidente económico, ha aclarado el paisaje y confirma que la actitud del Ministro de Economía ha sido una “faena” para el presidente del Gobierno. No tanto porque Rato fuera a ser sucesor, sino porque ha dejado a la luz pública un entramado de sucesión que nadie conoce ni conocía y que solo está previsto en el “cuaderno azul” de Aznar. Se trata de una decisión demasiado importante, y la retirada prematura de Rato ha dejado en evidencia el personalismo del presidente del PP.

Rato servía de excusa, era el escondite de los demás, el parachoques para que nadie se atreviera a hablar con Aznar sobre la sucesión. Desaparecido de la circulación, ahora todo vuelve a estar como al principio. La “huida” de Rato ha roto la estrategia sucesoria de Aznar, basada en el interrogante y en la duda. Y, lo que es peor, si don Rodrigo se ha atrevido, puede que también alguno más empiece a osar hablar sobre el futuro.

Quizá por todo esto, José María Aznar ha puesto firmes a todos los dirigentes del PP en la última Junta Directiva Nacional. La cuestión sucesoria se ha desmandado y las alarmas se han encendido. La estrategia del miedo empieza a perder vigencia.

Y, después de Rato, ¿qué?, ¿quién? La lista es larga, enorme. En ella se encuentran Zaplana, Rajoy, Arenas, Loyola, Rudi, Acebes y Mayor Oreja. Ya no hay escondite ni excusa. Todos están en primera línea. Ha pasado lo que nadie quería que pasara. Ya no hay favoritos, todos están en el escaparate. Esta es la venganza de Rato.

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