La Comisión parlamentaria sobre el 11 de marzo aparece de nuevo en el horizonte político, y aparece con una evidente dosis de contrariedad para la clase política española. Nuestras señorías no ocultan que volver otra vez sobre la historia de lo que se vivió aquellos días en España no les resulta cómodo. No hay duda sobre los motivos por los que los socialistas no quieren más investigaciones, tienen verdadero miedo que se sepa lo que ocurrió entonces. No se entienden sin embargo algunas "tibiezas" que se perciben desde el Partido Popular, más preocupado por echar tierra encima y no revolver más el pasado.
A estas alturas de la historia existen pocas dudas. La verdad sobre lo ocurrido el 11-M no se ha aclarado en las sesiones del mes de julio de la Comisión de Investigación. Es más, la sombra es cada vez mayor y las dudas sobre muchas actitudes y muchas actuaciones ofrecen alarmantes interrogantes. El PSOE quiere cortar de raíz toda aclaración y no quieren dejar ninguna puerta para la claridad. Algo que por otro lado no nos sorprende. Y es que Alfredo Pérez Rubalcaba sabe que tiene mucho que ocultar y que en todo caso por mucho que intente echar balones fuera es plenamente consciente de lo que ocurrió el 13 de marzo, cuando rompió el día de reflexión en una actitud sin precedentes en la democracia española.
Lo que es más llamativo es que desde el PP se insiste en que continúe la Comisión de Investigación, pero unos lo hacen con la boca pequeña, otros poniendo límites a las comparecencias y otros teorizando sobre lo bueno y lo malo pero sin mojarse. En este sentido es de agradecer la claridad y la contundencia de Ángel Acebes que reclama que la Comisión tiene que seguir hasta el final con todas las consecuencias.