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Ignacio Villa

Las banderas de Zapatero

¡Pasen y vean! Acaba de comenzar la función. Todo indica que el secretario general del PSOE intenta coger el ritmo político que no tiene a base de hacer ruido. Zapatero parece dispuesto a llamar la atención con todos los medios a su alcance; incluso está dispuesto a utilizar toda la irresponsabilidad y toda la incoherencia posible para entrar en pista. Y un político en estas condiciones y con estas intenciones se convierte en un peligro general para todos.

Zapatero está mal y su equipo peor. Con un discurso desarbolado, con un liderazgo por los suelos, con un proyecto haciendo aguas, con un programa inconsistente, la actual dirección del PSOE se enfrenta el próximo mes de marzo a su gran examen. Lo que sin duda será su examen definitivo. Con todo en contra, incluida su propia incapacidad, desde la calle Ferraz se intenta levantar cabeza pero lo hacen fuera de sitio, jugando con fuego y chirriando en todas las estructuras.

Llevábamos unos días –pocos– tranquilos, cuando Rodríguez Zapatero irrumpe de nuevo, vuelve a la palestra con otra machada. Después de querer unificar la Guardia Civil con la Policía Nacional, después de subirse al equilibrio presupuestario mientras lo tiene recurrido ante el Constitucional, después de dejar abierta la puerta para la reforma de la Carta Magna por sus miedos internos, después de bajarse del carro de Simancas para evitar la debacle, después de tantas y tantas cosas, ahora el líder socialista entra en la última: la falta de respeto hacia las enseñas nacionales, hacia las banderas, algo que nadie que aspira a una carrera política seria hace bajo ningún concepto. Entre otros motivos por una cuestión de respeto, de credibilidad y de seriedad.

Si Zapatero quiere ser presidente del Gobierno y pretende ser respetado en España y fuera de España, no puede seguir jugando. De la pancarta a la asamblea, de la progresía y la mesura sin solución de continuidad. Lastimosa imagen, lastimosa actitud y lastimoso futuro. Y lo que es peor, ahora, lejos de rectificar, se arremolina –jaleado por sus chicos– y dice que Aznar ha utilizado la Fiesta Nacional para defender su política en Irak. Lo de Zapatero, sinceramente, va de mal en peor. El solo entra en sus propios jardines, en sus propias batallas; y lo hace como un elefante en cacharrería. Por cierto, en esta historia no se entiende –una vez más– al ministro de Defensa, que imbuido de no se sabe qué bondad ha justificado y comprendido cariñosamente al secretario general del PSOE. ¿Alguien le habrá dicho a FedericoTrillo que Zapatero ha arremetido, de forma rastrera y demagógica, contra el presidente Aznar? Esperemos que sea una mala información la que haya llevado a Trillo a estas declaraciones. Si no es así, nos tendremos que empezar a preocupar.


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