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Ignacio Villa

Las pájaras son imprevisibles

La nueva encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas que hemos conocido nos deja una amplia diferencia en la intención de voto entre el Partido Popular y el Partido Socialista. No hay que engañarse, mantener ocho puntos de diferencia rebasada la mitad de la legislatura es, por lo menos, un buen seguro de vida. De todas maneras, la confianza que proporciona una encuesta de este calibre no debería traducirse en prepotencia o desprecio.

Hay muchos factores abiertos en el camino político de los próximos meses para que PP y PSOE comprendan que no hay motivos para confiarse, que los resultados no son definitivos. Por un lado, es cierto que los socialistas han recortado en casi dos puntos la diferencia de la anterior encuesta. Pero esa anotación positiva sólo significa que el desgaste que el PSOE esta provocando en el Gobierno es muy pequeño. Desde la calle Ferraz no han sabido aprovechar un buen manojo de oportunidades para acorralar al Ejecutivo y utilizar políticamente sus muchos errores. Se ha convertido en habitual que el PSOE actúe con torpeza en este trabajo de oposición. El PSOE tiene todavia casi dos años por delante, pero desde luego si mantiene la estrategia que ha utilizado hasta ahora, el futuro no aparece demasiado optimista para sus colores.

Por otro lado, nos encontramos con un Partido Popular y un Gobierno encantados de haberse conocido. Ocho puntos son muchos puntos, y piensan que en estos momentos son inalcanzables. Demasiado entusiasmo, demasiada seguridad cuando el calendario tiene dos citas que pueden ser más determinantes de lo previsible. Las elecciones municipales y autonómicas del año próximo y la elección del sucesor de José María Aznar son dos momentos que pueden cambiar muchas cosas, incluidos los resultados electorales. En concreto, las elecciones del año próximo son complicadas para el Partido Popular. Llevan muchos años gobernando en importantes comunidades autónomas y en ayuntamientos. El desgaste en más de un lugar es evidente. Y los resultados que arrojen esas elecciones aunque no son extrapolables a unas elecciones generales, son psicológicamente demoledores. Sí el PP pierde por ejemplo Madrid, Málaga o Zaragoza, no recupera Aragón y pierde La Rioja; aunque los votos y apoyos puedan seguir siendo cuantitativamente los mismos, el efecto anímico podría ser demoledor.

No hay que olvidar, además, que el Partido Popular no tiene todavía candidato para el 2004 y no hay indicios de cómo será el cartel electoral. Todos estos son motivos suficientes para admitir que, aunque la distancia en estos momentos es amplia, existen todavía importantes interrogantes como para pensar que está ya todo decidido. Estamos en una larga carrera política, semejante a una de las clásicas etapas ciclistas de montaña. Aunque haya más de un destacado, aunque la distancia sea amplia, siempre existe el peligro de la "pájara", ese bajón imprevisible e incontrolable que los ciclistas sufren cuando no lo esperan, casi siempre en momentos decisivos y que pueden hundir al corredor más brillante.

A estas alturas de la carrera, la situación está clara y definida. Unos
van destacados y otros muy rezagados. Ni el PP puede confiarse ni el PSOE puede pensar que el recorte en relación con las últimas encuestas seguirá en el futuro. Hay peligros y posibilidades para ambos. Desde ahora, todo tendrá más importancia, mayor repercusión. Cada uno está donde está. El PP lo tiene todo relativamente fácil y el PSOE recorta muy levemente. Las diferencias son claras, pero el peligro de la "pájara" es una realidad.

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