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Ignacio Villa

Las sombras de la mayoría absoluta

El tres de marzo de 1997 se cumplía un año de la primera victoria del PP en unas elecciones generales. Aquel día, José María Aznar participó en un mitin en Ávila, aquella fue la jornada en que acuñó un mensaje ya histórico: “España va bien”.

Cuatro años después de aquel mitin se cumple el primer aniversario de la mayoría absoluta del PP en las elecciones de 2000. Un año que nos sitúa ante un balance negativo en la gestión del Gobierno. Quizá España vaya bien, pero, desde luego, el Ejecutivo no ha estado a la altura de las circunstancias.

Es cierto que el Gobierno de Aznar ha puesto en marcha diversas iniciativas de envergadura, como el Plan Hidrológico Nacional, el Decreto de Humanidades, la reforma de la Ley de Extranjería, la de la Justicia o el proceso de profesionalización del Ejercito. Todas ellas son iniciativas maduradas en la pasada legislatura y que no habían salido adelante por falta de mayoría suficiente en el Congreso de los Diputados.

Por lo tanto, hay que ser claros: el Ejecutivo ha puesto en marcha los proyectos pendientes, pero le ha faltado iniciativa, fuerza y garra en otras cuestiones “no previstas” en el guión y que les han roto el paso más o menos diseñado. Hablamos de las “vacas locas”, del uranio empobrecido, o del submarino “Tireless”. En efecto, todas ellas son cuestiones menores, pero han puesto a prueba la capacidad de reacción de un Gabinete adormecido en la mayoría absoluta.

El presidente del Gobierno ha defendido en las últimas semanas el trabajo de su Ejecutivo, recordando las iniciativas de estos meses. No hay más que leer la entrevista concedida a Efe. José María Aznar sabe perfectamente que muchas de sus iniciativas estaban ya cerradas desde la primera legislatura. En estos últimos meses se ha dedicado a tapar escapes de agua. Posiblemente son sólo eso: escapes de agua, pero son suficientes para paralizar a un Gobierno.

El primer año no ha sido bueno, termina con varios ministros tocados, otros desaparecidos y algunos por debajo de sus posibilidades. Y además, la sucesión está abierta de par en par en el Gobierno y en el partido.

En resumen, el Gobierno ha vivido de las rentas de la pasada legislatura en sus iniciativas, y no ha sabido vender mediáticamente los éxitos. La gestión del Ejecutivo no merece el aprobado y la sucesión lo complica todo. Al PP no le ha sentado bien la mayoría absoluta.

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