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Ignacio Villa

Las vergüenzas europeas

El presidente Aznar se enfrentará este próximo fin de semana a lo que se puede considerar como su última revalida europea antes de abandonar el Palacio de la Moncloa. El Consejo Europeo de Bruselas se presenta como una de esas ocasiones en las que los intereses europeos se ponen patas arriba. Serán dos días en los que todo vale. La Europa comunitaria sufrirá uno de esos ataques colectivos a los que gusta someterse periódicamente. Y es precisamente en ese escenario, cuando le quedan tres meses en el puesto al jefe del Ejecutivo español, en el que se va a mover para mantener intacto el peso y el poder de España en el entramado de la Unión Europea.
 
Las cosas hay que decirlas claras. La realidad es que el presidente Aznar, en Europa, es el más temido negociador: saben de su tozudez, de su insistencia en sus principios, que no se achanta fácilmente ante los fuertes y no se deja embaucar por cantos de sirena. El presidente ha salido repetidas veces victorioso de verdaderas encerronas europeas y, esta ocasión, no va a ser menos. Entre otras, Aznar tiene entre sus medallas comunitarias las Cumbres de Berlín y de Niza, de las que salió fortalecido. Si Aznar dice no, el no es rotundo y definitivo sino hay contraprestaciones a cambio. Lo que en España se le critica, en Europa se le reconoce; y el presidente del Gobierno español es ahora mismo el centro de atención de la próxima Cumbre Europea.
 
Este martes, desde Marrakech, Aznar ha sido claro: España tiene una posición respetable, tanto como la del resto de países, porque defiende lícitamente sus intereses. No ha recibido propuestas a cambio, ni le han presentado soluciones alternativas. Y es que en este pulso planteado sobre el peso y el poder de los distintos países en la nueva Europa, la actitud de Francia y Alemania está siendo egoísta al máximo, lo cual, por otra parte, era claramente previsible. En cambio, la actitud de Italia, que ostenta la presidencia de turno comunitaria, ha sido miedosa, ramplona y muy poco clara. Algo poco novedoso en la trayectoria del Gobierno italiano.
 
Quizá ahí es donde resida el único error de Aznar en esta última historia europea: fiarse de su ¿amigo? Silvio Berlusconi. El primer ministro italiano ha tenido una actitud vergonzante, escurriendo el bulto y dejando hacer a los grandes. Alemania y Francia se han portado como se esperaba, pero lo de Italia no tiene calificativo. Ha ejecutado el chalaneo político más lamentable que se recuerda en Europa desde hace mucho tiempo. En una palabra, aunque digan ahora que Berlusconi guarda una carta en la manga, de momento ha dejado a Aznar en la estacada.
 
Así pues, el presidente llega a Bruselas dispuesto a una encerrona. Va a someterse a un pulso fuerte y muy duro. Sabe que se juega mucho; se juega el futuro de España en Europa y también su trayectoria europea. Son muchas las razones que colocan a Aznar en una difícil posición, por lo que cabe pensar que el presidente no puede perder y pondrá toda la carne en el asador.
 
Este fin de semana, Bruselas será el escenario de las vergüenzas europeas.

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