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Ignacio Villa

Los enigmas de Aznar

El presidente del Gobierno ha vuelto al terreno que le gusta, al terreno de los enigmas y los interrogantes. José Maria Aznar, aprovechando su estancia en el Foro Ambrosetti, celebrado en Cernobbio, no ha descartado una posible crisis de Gobierno antes del inicio de la presidencia española de la Union Europea. Ha archivado sus antiguas respuestas negativas, tajantes y tumbativas. En esta ocasión ha matizado que cuando crea conveniente hará cambios de Gobierno. José Maria Aznar se ha movido en el terreno de la ambigüedad, del enigma y del intrrogante. No ha querido “mojarse”. Ni ha querido “pillarse los dedos”. Ha preferido quedarse en el territorio del jerogrífico. Y es que la teoría de una posible crisis se ve reforzada cuando el presidente Aznar ha reconocido que su Gobierno tiene problemas aunque, eso sí, por el momento no se siente agobiado.

Es la primera vez, que el presidente reconoce públicamente que los problemas existen y que, por lo tanto, las cosas no van como estaban previstas en su agenda. Ese cambio de planes sobre lo inicialmente previsto es lo que abre la puerta a la crisis. Cuando Aznar se refugia en el enigma es que algo está pensado. Si no es así: ¿por qué no ser más claro? La crisis llegará. Pero Aznar no está dispuesto a que nadie pueda decir que los cambios de Gobierno están provocados desde fuera. Los enigmas de Aznar responden a la perfección a aquel refrán que dice: “Cuando el río suena, agua lleva”.