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Ignacio Villa

Los peligros de la improvisación

Lo que ha ocurrido en la rueda de prensa conjunta que han ofrecido en Moscú el presidente Putin y el jefe del ejecutivo español, José María Aznar, era previsible. A nadie le puede extrañar. El presidente ruso ha sacado a relucir sus mejores artes propagandísticas y ha comparado la situación política de Chechenia con la del País Vasco. Agradeciendo a Aznar que comprenda el problema checheno que, como el vasco, tiene su origen en el terrorismo y en el separatismo.

Aznar, en silencio, con cara de pocos amigos, no ha respondido. Un gesto que parece, a todas luces, insuficiente ante una comparación que en nada se ajusta a la realidad. Que Aznar no haya respondido es grave, pero quizá es más importante que nadie entre el grupo de asesores del presidente pensara en que la posibilidad de una encerrona existía y que, por lo tanto, el jefe del Ejecutivo español debía tener una respuesta preparada, no improvisada, por si surgía una situación bastante probable.

No es la primera vez que esto ocurre en las visitas oficiales del presidente del Gobierno, y no es la primera vez que no se cubren todos los flancos. En La Moncloa –suponemos– se prepara con más o menos esmero la vertiente diplomática de los viajes de Aznar. Pero, de igual forma, habrían de hacer un diseño informativo de esos viajes, en muchos casos largos, cansados y complicados.

Las giras diplomáticas, por si solas, no tienen contenido informativo. Ese contenido hay que darlo y diseñarlo, evitando la improvisación o los mensajes dispersos. El presidente del Gobierno español no viaja todos los días a Rusia, por eso había que cuidar el mensaje. Y con más razón en este caso, tras el fracaso de la anterior visita en 1999. Viajes, en definitiva, que hay que pulir desde el punto de vista diplomático, pero también informativamente.

Si realmente se quiere que ese trabajo de política exterior tenga reflejo e impacto mediático es momento para dejar de lado las improvisaciones. Lo de Chechenia y Putin se puede volver a repetir. No es la primera vez. Tampoco será la última.

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