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Ignacio Villa

Los peligros del hermetismo

La crisis interna –innegable y pública– que está viviendo el Gobierno y el PP no puede sorprender a nadie. Es una bomba de relojería, que estaba en marcha y que antes o después podía explotar. Es el resultado de la prepotencia con la que este gobierno está actuando desde que ganó con mayoría absoluta. Es el fruto del hermetismo de un presidente del gobierno, que tiene un autentico avispero en su propia casa mientras no solucione la gran duda de la sucesión. La rebelión abordo, era un peligro, de cualquier gobierno y lo es también del ejecutivo del partido popular.

Aznar siempre ha jugado la carta de la sorpresa, del silencio, incluso del misterio. Los que estaban con él lo han permitido a cambio de palpar de cerca el poder. Pero, ¡ojo!, la cuerda no se puede mantener tensa siempre. La disciplina y la obediencia sumisa tienen un limite. Y ese limite ha llegado.

El propio José María Aznar ha puesto fecha de caducidad a su ciclo, eso significa que al “ciclo Aznar” le queda poco más de dos años. Un tiempo algo justo para que el nerviosismo y el genio de los aspirantes no comience a aflorar. Aznar ha decidido irse, pero, ¿tienen la obligación de irse con él los demás? El presidente Aznar ha utilizado una estrategia de frialdad y distanciamiento que le ha sido útil. Pero le ha sido útil mientras estaba en el poder. Cuando ese periodo de gobierno, de ocho años, enfila la recta final, ya no todo es igual. Y de eso debe ser consciente. Lo que está pasando ahora en el Gobierno no es fruto de la casualidad, ni de un calentón momentáneo. La crisis provocada por Rodrigo Rato es el final de un camino. Es el final de la estrategia de hermetismo, de sorpresas y de secretos de José María Aznar.

El ritmo de la política interna del Partido Popular está cambiando, y José María Aznar debería darse cuenta. Quizá sea su entorno el que está tejiendo una tela de araña, una burbuja que hace que el presidente esté cada vez más lejos de la realidad.

El hermetismo ya no vale. La sucesión sigue creando un permanente estado de ansiedad en el PP y en el Gobierno. Y Gescartera ha venido a complicar más las cosas. Los cuadernos azules ya no solucionan los problemas. Sólo vale pisar suelo y afrontar algo que tiene un nombre: crisis.

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