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Ignacio Villa

Los tres peligros

Ana Botella, la esposa del presidente del Gobierno, ha decidido anunciar este nueve de enero su decisión de entrar en la política activa. Ana Botella, que lleva muchos años conviviendo con la hostilidad, con la dureza y también con las satisfacciones propias de la actividad política, va a dar un paso más importante de lo que parece para ella, para el presidente Aznar y para el Partido Popular.

Como premisa intocable, habrá que decir que Ana Botella tiene todo el derecho del mundo para entrar en política. Habrá quién critique este paso, habrá quién hable de oportunismo, habrá quién diga que la política no es para ella. Se diga lo que se diga, Ana Botella ejerce libremente un derecho, y desde luego lo hace con una importante dosis de valentía. Ha decidido entrar en política y es una decisión que todos, también la oposición, deberán respetar. Con todo, la irrupción en política tiene también sus peligros. Unos peligros que no deberían de aparcarse en el desván de los olvidos.

El primer peligro en el tiempo es no aceptar las "reglas del juego". Ana Botella ha decidido convertirse en política. Desde ese momento para que todo funcione con soltura y normalidad, parece conveniente que sean aceptadas las reglas que existen entre los políticos y los medios de comunicación. La crítica, el análisis, la especulación y la información no tienen porque ir cargadas de mala intención; aunque en ocasiones molesten o no gusten. Entrar en política es, en definitiva, aceptar la realidad de situarse en el escaparate público. Una realidad que tiene siempre la cara y la cruz. El político cumple su trabajo y el periodista el suyo. El "amiguismo" entre unos y otros termina siendo una auténtica "bomba de relojería".

El segundo peligro es una realidad. La presencia de Ana Botella en política, mientras José María Aznar siga en el Palacio de la Moncloa abre un frente nuevo y diferente. Los trabajos políticos serán diferentes en los contenidos, pero serán simultáneos en el tiempo, por lo que será inevitable que se entrecrucen en el día a día. No hay nada malo en ello. Es parte de una normalidad que puede deparar algún disgusto, algún cortocircuito, por los que nadie debería rasgarse las vestiduras. No es lo mismo que la esposa del presidente del Gobierno viva la política activamente a que permanezca al margen. No es lo mismo aunque las parcelas estén bien diferenciadas.

El tercer peligro se llama Ruiz Gallardón. Es evidente que en el PP de Madrid han cambiado mucho las cosas desde que el presidente madrileño recibió la oferta de Aznar para la Alcaldía de Madrid, y más desde que Gallardón correspondió con la oferta electoral para Ana Botella. La relación entre Aznar y Gallardón han mejorado de forma visible y pública. Gallardón no ha renunciado a su objetivo de ser presidente del Gobierno, y el primer paso lo ha conseguido: reconciliarse con el partido. Ahora, con la presencia de Ana Botella en su candidatura, Gallardón busca la reconciliación con una cierta militancia del PP que observa formas y maneras demasiado "progres". Ana Botella que va a trabajar codo con codo con el previsible Alcalde de Madrid, no deberá perder de vista que Gallardón tenderá a "utilizar políticamente" su presencia en el equipo del Consistorio madrileño.

En fin, Ana Botella entra en política y entra por la puerta grande. Lo hace ejerciendo todos los derechos y rompiendo viejos "tics" de otras épocas. Pero, ¡ojo!, que entrar en política es entrar también en una "laguna de cocodrilos". Hay peligros para todos los gustos.

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