“Son las tres personas que tienen el más claro liderazgo dentro del partido”, dijo Aznar durante el Congreso del PP. Fue una definición demasiada clara, demasiado contundente para una persona poco amiga de piropos públicos. El presidente del Gobierno, con el anuncio del pasado sábado, dejaba muy clara la lista de los sucesores, acotaba las posibilidades que en las quinielas se han manejado durante meses. Son Rodrigo Rato, Jaime Mayor Oreja y Mariano Rajoy. Y les guste o no les guste, están en la carrera de la sucesión. Puede ser una carrera pacífica, incluso amistosa, pero siempre habrá un sustrato de competencia. Llegar a ser presidente del PP e incluso presidente del Gobierno es un plato demasiado apetitoso para cualquier protagonista político.
Estamos, pues, en el inicio de un trayecto largo y complicado. Dos años es mucho tiempo para una carrera política. Durante ese tiempo pueden ocurrir demasiadas cosas. Las críticas, los errores, los escándalos, los aciertos serán a buen seguro parte de la vida política de los próximos meses. Todo ello puede aupar a cualquiera de los tres o puede, por el contrario, hundir irremediablemente a alguno de los posibles. Desde ahora mismo el reloj está en marcha y, por tanto, es ya una realidad que sólo uno de los tres llegará a la meta.
Los "tres tenores", como se les ha empezado a llamar en los pasillos del Congreso del PP, conocen perfectamente la situación. Son conscientes de que la vida misma hará una selección natural, que no es bueno llamar la atención desde el principio, que no es necesario entrar en una competencia directa desde el primer momento... Ahora no podemos esperar grandes enfrentamientos públicos, más bien lo contrario: todo será buenas formas, buena armonía, buenas palabras. Pero a la vez iremos percibiendo un posicionamiento correcto, una colocación adecuada para estar en el momento indicado en el lugar preciso.
Los tres tenores deberán seguir cantando juntos durante un tiempo, pero más adelante irán prefiriendo hacerlo individualmente. Rodrigo Rato ha sido el que ha tenido una intervención más "presidenciable" de los tres durante el Congreso. Controla el partido en Madrid, ha colocado a algunos de sus hombres en la misma Ejecutiva, tiene un claro apoyo del mundo empresarial y, sobre todo, ha sido durante mucho tiempo el candidato "in pectore " de Aznar. En la lista negra tiene el caso Gescartera, un asunto que por el momento pesa demasiado.
Jaime Mayor Oreja ha tenido en el Congreso la intervención que de él se esperaba, centrada en el País Vasco. Un discurso bien elaborado y contundente, pero junto a eso hay que decir que si de verdad aspira a la sucesión deberá ampliar su repertorio y convertirse en un buen interlocutor sobre otras cuestiones, como las económicas, sociales y políticas. Para ello sería muy importante que José María Aznar le recupere para la política nacional con un cargo en el partido o con un Ministerio. Su presencia en la carrera de la sucesión dependerá, sin duda, de su vuelta a la política nacional.
Mariano Rajoy se mantiene en un lugar reservado y prudente. Se ha fabricado una imagen de distancia y frialdad hacia la sucesión, pero al mismo tiempo busca desesperadamente cambiar su imagen interna. Más bromista, más ocurrente, más cercano, ese es ahora su nuevo carácter. No tiene tras de sí grandes apoyos explícitos en el partido, puesto que no se ha trabajado el PP de Galicia, pero al mismo tiempo es respetado por todos y tiene buenas referencias por su protagonismo en las últimas campañas electorales. Rajoy se mantiene agazapado. Nunca dará un paso sin estar convencido de ganar. Preferirá esperar a los errores de los demás.
La seguridad, la frialdad y la convicción en las propias posibilidades son, desde ahora, las trincheras en las que se refugiarán a la espera de octubre de 2003. Pero queda mucho tiempo. Ciertamente es una carrera de largo recorrido.
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