Lucas, por fin llega a Madrid como ministro. Y lo hace por méritos propios, avalado por diez años de gestión en Castilla y León y con una mayoría absoluta sólida que ha convertido a esa región en el granero del PP en las dos elecciones generales.
Se ha dicho que su nombramiento se debe a una vieja deuda de Aznar con él. Es verdad, una deuda que es algo más que una promesa. Lucas convenció a Fraga para que Aznar fuera el “sucesor”. El nuevo ministro ha convertido una Comunidad autónoma en referencia para el PP. Aún en los momentos en los que Aznar le ha tratado con la dureza de la indiferencia, siempre ha sido leal y fiel a su ”jefe”. Ha dado mucho al PP, y no siempre ha sido correspondido.
Además, con este nombramiento, Aznar intenta sanar algunas heridas abiertas dentro del Partido. En los últimos meses y en voz baja, se comenzaban a escuchar algunas quejas hacia el presidente del Gobierno: “recurre a independientes –Birulés o Cabanillas– y se olvida de los que han trabajado por él y para él”.
Juan José Lucas vuelve a Madrid, y lo hace a un Ministerio netamente político en el que se va a mover como pez en el agua. Que nadie espere que la suya sea una gestión de trámite en un departamento de los llamados “pequeños”. Lucas no va a dejar escapar esta oportunidad. Una de las primeras cuestiones de las que se deberá ocupar es de separar, con claridad, las competencias de su Ministerio respecto a las del Portavoz. Existen contenidos y papeles entrecruzados que tendrá que poner cada uno en su sitio.
El Ministerio de la Presidencia coordina políticamente al Gobierno, bajo su jurisdicción están el CIS y el BOE, elabora mensajes, diseña estrategias y unifica el trabajo entre los ministros. Mientras tanto, Portavoz es el encargado de trasladar esos mensajes a la opinión pública.
En la época socialista, estos dos Ministerios tenían una sola cabeza. Ahora, por separado, no deja de tener su “morbo” observar cómo se reparten las parcelas de poder. Y, desde luego, Lucas –la experiencia le avala– tiene mejor capacidad de comunicación que su vecino de edificio, Cabanillas.
¿Será casualidad que Lucas haya recibido la primera llamada de felicitación de Pío Cabanillas? ¿Será que está preparando el terreno de la coordinación y de las buenas relaciones? No nos engañemos, en territorio común y en igualdad de condiciones, Lucas tiene todas las de ganar.
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