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Ignacio Villa

Más dura es la vida de un mentiroso

La semana pasada, en el Congreso, decía que el Gobierno no tenía certeza de la verdadera eficacia de ese alto el fuego, pero tres días después rectificaba y decía que ese alto el fuego era sólido y real.

Que segundas partes nunca fueron buenas es un refrán que con Alfredo Pérez Rubalcaba se está cumpliendo al pie de la letra. El actual ministro del Interior no ha tenido un buen aterrizaje en su nuevo cargo. Llegó a Castellana 5 en plena crisis del caso Bono y desde entonces no ha levantado cabeza.

Para empezar se ha armado un considerable lío con los dichosos e inexistentes "informes de verificación"; hasta tal punto que el propio ministro quedó en evidencia al tener que desmentir primero y retrasar después la ficticia entrega de un informe a Zapatero, puesto que el diario El País había publicado su contenido antes de que llegara al Palacio de la Moncloa.

Luego a Rubalcaba le hemos cogido en repetidos renuncios con el alto el fuego de ETA como excusa. La semana pasada, en el Congreso, decía que el Gobierno no tenía certeza de la verdadera eficacia de ese alto el fuego, pero tres días después rectificaba y decía que ese alto el fuego era sólido y real. Un nueva pirueta típica del mentiroso compulsivo. Cuando una persona juega caprichosamente con la mentira, al final cambia tantas veces esa realidad alternativa que termina prisionero de sus propias trampas.

Pero donde quizá Rubalcaba ha enseñado su peor cara, la cara del odio, el rencor, la venganza y la maldad ha sido en la sesión de control al Gobierno. Por segundo miércoles consecutivo el diputado popular Javier Fernández Lasquetty le ha preguntado a Rubalcaba sobre el caso Bono. La semana pasada, el ministro del Interior –que piensa que los españoles somos idiotas– decía que había visto con sus propios ojos la agresión al ex ministro de Defensa en un gesto de mentira extrema. Esta semana, preso de una risa nerviosa e histérica, ha respondido diciendo que le gusta que le llamen mentiroso los del PP porque eso le recuerda el 13 de marzo. Un auténtico ejemplo de soberbia política; rompió el día de reflexión y encima se enorgullece de ese ataque a la democracia.

En todo caso, peor ha sido la coletilla final que Rubalcaba ha dirigido a Lasquetty. "Qué dura es la vida del meritorio", ha dicho el ministro. Señor Rubalcaba, más dura es la vida del mentiroso. Pero gracias por confirmarnos a todos que ha recibido el golpe. Y no se preocupe, que el caso Bono no ha terminado.

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