Menú
Ignacio Villa

Mayor y Rato se distancian

En el Partido Popular están pasando muchas cosas, y además están ocurriendo con demasiada rapidez. Quizá por todo ello, la sucesión de José María Aznar y el futuro del partido en el Gobierno están provocando remolinos informativos diarios. Desde luego, este proceso de elección del futuro candidato a la Presidencia del Gobierno se puede calificar, sin ningún tipo de matiz, como de un claro error político. Es cierto que Aznar ha llevado tan lejos el error, sin quererse bajar del burro, que a estas alturas, rectificar por las "bravas", podría tener unas repercusiones imprevisibles. Pero de lo que no hay duda es que el presidente Aznar se ha equivocado en el diseño de la sucesión. Al grito de "¡hoy no toca!", el futuro del Partido Popular y sus problemas internos han ido ocupando paulatinamente el escaparate de la vida política española. Y una vez allí, se han convertido en algo que afecta a todo y a todos, por lo que es una cuestión central en todos los corrillos políticos, propios y ajenos.

Dicho esto, hay que hacer constar que, al menos hasta el momento, los "grandes" candidatos se han mostrado en público más o menos comedidos, pacíficos y conciliadores. Otra historia, bien diferente, son sus colaboradores y otros candidatos de "segunda fila" que, conscientes de su condición, buscan su sitio sin tapujo alguno. En este sentido, sí que se percibe un "acuerdo fraternal" entre los candidatos para llevar las cosas hasta un límite que no signifique un enfrentamiento público y notorio.

Es decir, el "núcleo duro" del PP tiene muy claro que no pueden perder el poder. Antes que dinamitar la "herencia" electoral de Aznar, prefieren en teoría renunciar a algunas apetencias personales. Ese pacto, mal que bien, ha sido preservado hasta el momento; aunque queda demasiado tiempo por delante como para asegurar que no pasará nada.

En todo caso, lo que es evidente es que los candidatos no desaprovechan oportunidad alguna para enseñar, sin miedos, sus cualidades y sus poderes. El último ejemplo lo tenemos en Trujillo, donde el Partido Popular ha reunido a todo su poder provincial y autonómico. Ante este auditorio tan selecto, Jaime Mayor Oreja y Rodrigo Rato han tenido dos intervenciones muy cuidadas y bien preparadas. Con modos y formas claramente "presidenciales" cada uno, a su manera, han explicado su forma de hacer política y su forma de entender el partido. Ninguno ha realizado ningún gesto feo hacia el adversario, pero han dicho con claridad: ¡Aquí estoy!

Con este panorama de apariencias externas, pero de desasosiego interno, no podemos dejar de lado las encuestas. Todas ellas, con todos los matices que se quieran, marcan una tendencia: un claro recorte del PSOE en la brecha de intención de voto que le separa del PP. Algo que complica más una situación ya de por sí delicada. El proceso de sucesión, con las encuestas a favor, habría sido un "juego de niños"; pero este mismo proceso, con el PSOE pisando los talones, ya es harina de otro costal. Y esa realidad, ese escenario que el PP parece que no había tenido en cuenta, es lo que está amargando la vida a los populares en esta recta final del mandato de Aznar.

Por cierto, en esta convención, que tiene previsto clausurar Javier Arenas, ha faltado Mariano Rajoy, dicen que por imposibilidades de agenda. Se trata de una ausencia muy llamativa para un acto de evidente relevancia interna. Y es que esta "Convención de Trujillo" marca un principio en la carrera sucesoria, y por el momento llevan ventaja Mayor Oreja y Rodrigo Rato. Pero, ¡ojo!, que queda mucha carrera por delante.

En Opinión