Cuentan que, pocos meses antes de las últimas elecciones generales, los colaboradores más cercanos a José María Aznar le hicieron esta advertencia: “Menos Siria y más Soria”, en referencia a que era momento de ocuparse de forma exclusiva de la política nacional.
Así lo hizo Aznar. El presidente del Gobierno reorganizó la agenda y, obedientemente, dejó en segundo lugar las citas internacionales, recorriendo prácticamente todas las provincias españolas. Ahora no estamos ante unas elecciones generales, pero las circunstancias reclaman una mayor atención.
Las vacas locas, el submarino “Tireless” y el uranio empobrecido han desbarajustado al Ejecutivo. Aznar ha decidido tomar las riendas y ha comenzado a despachar personalmente con cada ministro. Él quiere dar personalmente el impulso político que el Gobierno necesita.
Además, tenemos en puertas las elecciones vascas y las gallegas. Dos citas que contarán, no lo duden, con una importante presencia de José María Aznar. En el País Vasco, para apuntalar una posible mayoría no nacionalista; en Galicia, para evitar que Fraga pierda una mayoría suficiente para gobernar.
En definitiva, el presidente del Gobierno ha dado un fuerte frenazo a su proyección internacional y reducido notablemente los viajes en un año que había sido anunciado como dedicado a la política exterior. Limitará sus citas a acudir a los Consejos Europeos y a un par de visitas bilaterales a Egipto y a Rusia.
Aznar, por lo que parece, se va a dedicar a lo nuestro. Y es que no estamos en un momento de grandezas internacionales. Lo primero es ocuparse del patio de casa.
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