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Ignacio Villa

Nerviosismo

Sinceramente, no es fácil de entender la actitud que en estos últimos días se está observando en el Gobierno y en el PP. El lunes fue Javier Arenas, el martes José María Aznar y el miércoles, Rafael Hernando y Pío Cabanillas. Desde el Gobierno y desde el PP están ofreciendo una imagen de desconcierto.

Volvemos a lo que tantas veces hemos comentado de este Ejecutivo: la falta de pulso político, la ausencia de capacidad de reacción. En esta ocasión no se hace necesario entrar en el fondo de la cuestión, es decir, en la inocencia de Piqué. Es más, demos por sentada la más absoluta limpieza del pasado empresarial del ministro de Exteriores. Con esta certeza, ¿cómo se puede entender la imagen de nerviosismo y desconcierto que se ofrece desde las filas populares? ¿No han pensado en una estrategia clara sobre este caso? ¿No sería útil diseñar una unidad de criterio?

En el Pleno que se ha celebrado durante toda la tarde del miércoles, en el Congreso han vuelto las caras pálidas, los gestos duros, las muecas de preocupación. Ha vuelto un viejo ambiente que ya estaba olvidado. Pero ¡ojo!, este ambiente lo están provocando desde las propias filas populares ofreciendo una impresión triste y decaída que se contradice con la convicción sobre la limpieza de Piqué.

Para redondear la ausencia de estrategia, el portavoz popular, Rafael Hernando, dice ahora que en el PP está todos muy tranquilos porque ellos mismos han investigado el pasado de Piqué. Y, en plena tormenta, el ministro Portavoz pide que se reconozca el mérito de Piqué en Exteriores.

Y es que, al final, el desconcierto tiene un origen: todos miran a Aznar y el presidente no habla. Y cuando habla, lo hace de forma agria.

El “caso Piqué” ha llegado donde ha llegado en el terreno político porque no lo han sabido frenar. El Gobierno ha dado una imagen de debilidad, de cierta duda. En las filas populares nadie se olvida de la teoría sobre las responsabilidades políticas que el PP exigía desde la oposición. Una actitud que ahora entierran, provocando nerviosismo. Y, mientras tanto, todos siguen esperando; mirando a Aznar.

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