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Ignacio Villa

¿No hay más gente en el PSOE?

Los resultados electorales tienen muchas y variadas interpretaciones; pero especialmente hay una de ellas que tiene especial importancia, y que no aparece habitualmente hasta el paso de unas cuantas semanas. Ya con el sosiego que da la digestión de unos resultados, en el Partido Socialista comienzan a surgir ciertos aires de cambio. ¡Y no es para menos! Desde hace meses en la calle Ferraz, se cometió el mismo error que en otros terrenos se ha cometido en el Partido Popular: crear expectativas de victoria en las elecciones municipales del 25 de mayo. Un ambiente de victoria que se tradujo posteriormente en una imparable ola de entusiasmo y que ha terminado siendo una aparatosa desilusión. Tanta seguridad en arrasar en las urnas al Partido Popular se ha convertido al final en una realidad bien diferente. El Partido Socialista de Rodríguez Zapatero ha sido incapaz de capitalizar en votos propios la protesta callejera por el desastre del Prestige o por la guerra de Irak. Una apuesta estratégica que, es evidente, ha fracasado. Y el ejemplo más claro de que ha fracasado es que en el Partido Socialista se percibe un claro malestar interno, no tanto hacia Rodríguez Zapatero, que se le salva de la quema, como al equipo que le rodea.

No es la primera vez que se escucha esa crítica, no es la primera vez que se señala con el dedo acusador al entorno de Zapatero como culpables de la falta de pulso político. Era una crítica genérica, poco concreta; pero ahora ya tiene el respaldo de los resultados electorales. En el PSOE han hecho sus cuentas y saben que con estos resultados no ganan las generales del año 2004. Entonces los partidos regionalistas bajan mucho, en Castilla-La Mancha los populares recuperan a sus votantes naturales y en muchos otros lugares los ciudadanos apuestan por lo seguro antes que por el interrogante. En el PSOE no les salen una cuentas que algunos han intentado precipitar. El "proyecto Zapatero" decían no hace mucho era para las generales del 2008, pero no se sabe a que "mente maravillosa" se le encendió la luz, y entonces se convencieron de que la victoria era posible el año próximo. Un entusiasmo con un pequeño detalle:¿Donde está el equipo?

La historia se repite en muchas ocasiones. Cuando Aznar estuvo en la oposición fue formando en varias legislaturas un equipo que, visto ahora con el tiempo, tenía muchos pesos pesados: Rato, Trillo, Loyola, Rajoy, Arenas, Cascos. Además, y eso era muy importante, Aznar tenía el apoyo cerrado de sus presidentes autonómicos y de sus alcaldes. La realidad de Zapatero es muy diferente. Cuenta con un equipo pequeño y sin muchos recursos, los presidentes autonómicos socialistas hacen la guerra por su cuenta y los alcaldes no tienen ningún relieve político. En resumen, el secretario general del PSOE, en su lícita ambición por ganar unas elecciones generales, debe cambiar de equipos y de estrategia. Ese es el único camino posible.

Se habla de la caída en desgracia de Pepe Blanco, y del nuevo protagonismo de Jesús Caldera y de Carmen Chacón. Poca novedad, para las necesidades reales. No estamos hablando de un reajuste de plantilla, es necesario un nuevo planteamiento más ambicioso, más seguro y con un amplio equipo. No se puede estar escuchando mañana, tarde y noche a Caldera hablando de la vivienda, del Prestige, de Irak, de la inseguridad ciudadana. ¿No tiene más gente el PSOE?, se pregunta cualquier observador que se precie. EL PSOE ahora debería hacer gala de un banquillo amplio y generoso, y nos encontramos con los mismos nombres que en el inicio de la etapa de Zapatero. El PSOE no ha añadido nombres nuevos a su nómina de dirección, y tampoco ha sabido recuperar viejos nombres que no estén manchados por la corrupción y que supieran conferir una cierta experiencia. EL PSOE ha recuperado a Manuel Marín, y les ha ido bien. Pero parece que al actual equipo le da miedo mostrar sus debilidades al amparo de viejos nombres socialistas. En el PSOE se necesita mover el banquillo, pero lo tiene que hacer de verdad, y ampliamente. Todo lo demás es un simple lavado de cara.


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