Europa ha firmado, tal y como estaba previsto, este último viernes del mes de octubre su Constitución. Lo ha hecho con toda la solemnidad en Roma. El presidente del Gobierno Rodríguez Zapatero, acompañado por el ministro Moratinos, han sido los encargados de hacerlo en representación del Reino de España. Hasta aquí la normalidad protocolaria. Lo que ocurre es que el guión de la historia de la Unión Europea se ha escrito de una forma diferente a la que podía haberse realizado. Y es que Zapatero, al poco tiempo de llegar al poder, en una entrevista en Roma con Silvio Berlusconi, cedió a las primeras de cambio con la sonrisa nerviosa de quién no tiene carácter.
En este sentido hay que recordar que después de los atentados de Madrid, el Parlamento Europeo había propuesto que la firma del nuevo texto constitucional europeo se firmara en la capital de España como homenaje a las víctimas de aquellos brutales atentados. Una decisión que nunca fue acompañada con los hechos por el nuevo Gobierno socialista, es más, a la primera de cambio el propio Zapatero capituló. Madrid pudo ser la capital de Europa para la historia, pero la nula capacidad de negociación de este Ejecutivo facilitó las cosas para que la firma volará a Roma. Un claro ejemplo de lo que nos puede pasar cuando España tenga que negociar los fondos comunitarios más allá del 2007. Con tanta torpeza sólo podemos tener pavor ante lo que se nos puede venir encima.
En fin, Zapatero parece que no tiene suficiente con esta claudicación. Ahora está empeñado con una auténtica machada llena de irresponsabilidad y de peligro. Por un capricho que tiene difícil explicación, el presidente del Gobierno se ha empeñado en que España sea el primer país comunitario en enfrentarse al referendum de ratificación de la Constitución. Cuando todavía los ciudadanos no han recibido ninguna explicación sobre los contenidos y la trascendencia del nuevo texto, Zapatero ha dicho: "nosotros los primeros"; y ahora tienen que afrontar un referendum en el podría registrarse un bajísimo nivel de participación.
Además, la realidad sugiere que el Gobierno del PSOE podría tener la tentación de convertir el referendum en un proceso de legitimación del triunfo electoral del mes de marzo. Algo que el Partido Popular debería neutralizar de manera inmediata. Lo cierto es que ya comenzamos a estar hartos de tanto capricho y de tanta machada. Mucho humo, para nada.