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Ignacio Villa

Parar el golpe no es suficiente

La esperada sesión de control al Gobierno con Pío Cabanillas como estrella de las preguntas socialistas nos ha dejado una tarde parlamentaria con interesantes conclusiones. En esta ocasión, don Pío, como le llaman los socialistas, ha sacado de la chistera su estrategia habitual de “enfriar el ambiente”, la misma que, cada viernes, utiliza en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. El ministro Portavoz, que se ha preparado las respuestas mejor que en la ocasión anterior, ha buscado intencionadamente un perfil bajo, soso y neutro. Ante los ataques y las acusaciones socialistas, Cabanillas ha preferido responder con un tono caído, en ocasiones imperceptible. Ha dejado aparcados los nervios que hace quince días le traicionaron. Pero simultáneamente ha sacado de nuevo la prepotencia que cada vez está más instalada en este Gobierno.

Con bromas y gracias, con algunas afirmaciones que le han dejado en evidencia, Cabanillas ha evitado la confrontación, ha esquivado el debate y ha huido del cuerpo a cuerpo. Pero precisamente esa actitud escurridiza es lo que provoca que siga sin trasmitir credibilidad, convirtiéndose en un exponente de un Gobierno con un tono políticamente bajo en los momentos complicados. Es verdad, que “adormecer el partido” como estrategia parlamentaria puede ser útil para salir vivo de una sesión de control, pero como estrategia política a medio plazo tiene como resultado el fracaso. Empeñarse en ofrecer una imagen pobre en mensajes y contenidos, desactivar al enemigo desde una actitud prepotente, banalizar los errores propios con ataques a la oposición pueden ser fórmulas útiles en un momento determinado, pero no son un seguro de vida política. Sirven para parar el golpe, pero eso no es suficiente para un ministro responsable de la política informativa del Gobierno.

Es cierto que la oposición socialista ha estado generosamente torpe con las dos pifias informativas del Portavoz, pero de estos dos sustos consecutivos que ha tenido Cabanillas, el ministro Portavoz debería tomar buena nota para el futuro. Aunque el PSOE no haya sabido aprovechar correctamente estos “errores de bulto” del Gobierno, no es razón suficiente para que desde el Ejecutivo no se tengan en cuenta. La última sesión de control nos deja en el aire un interrogante: ¿quiere Aznar para su Gobierno un Portavoz a la defensiva, o prefiere a alguien con iniciativa política? El Ejecutivo lleva atascado tres semanas por los dos errores del Portavoz. Por el momento, hay que reconocer que ha conseguido amortiguar la tormenta. Pero eso no será suficiente si vuelven de nuevo a manejarse “informaciones mal procesadas”. Este Gobierno no debería seguir entretenido en estas historias. Aznar está enfadado por lo ocurrido y todos lo saben. Esta vez han conseguido frenar las turbulencias provocadas por ellos mismos. Pero la próxima vez, quizá ya no sea suficiente.

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