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Ignacio Villa

Perbes... y punto

La historia se ha vuelto a repetir. Es algo inevitable y que volverá a ocurrir más veces hasta el próximo otoño. Mientras que el presidente Aznar no designe al sucesor, habrá propuestas para todos los gustos. Por mucho que se empeñe, no es suficiente con el consabido "no toca". Aznar deberá aceptar que, aunque él se retire, la vida sigue y en su partido se continuará –supongo– respetando la libertad de opinión en cuestiones que aceptan visiones y matices diferentes.

La última propuesta, que tiene cierta retranca, ha sido la de Federico Trillo. El actual Ministro de Defensa, de verbo fácil y rebuscado, ha defendido que debe emplearse la "fórmula de Perbes" para elegir al sucesor de Aznar. Es decir, que el actual presidente del Gobierno tendría que refrendar su decisión ante el "núcleo duro" del Partido antes de que sea respaldada por la Junta Directiva Nacional.

Con esta referencia, Trillo está recordando al presidente Aznar el nacimiento de su propia candidatura, le recuerda también a quién le debe lo que ocurrió y, por último, le advierte sobre la necesidad de que la designación tenga el consenso de los "mandos" del PP. Precisamente este último recordatorio habrá que tenerlo muy en cuenta, puesto que pone encima de la mesa la teoría de que el sucesor deberá de ser algo más que un hombre adecuado para el puesto, habrá que tener además el consenso y el visto bueno de los "notables" populares.

Aznar ha respondido rápidamente a la propuesta de Trillo con la habitual actitud cortante y despectiva con que aborda la cuestión de la sucesión. La elección se hará con los estatutos del partido en mano..."y punto". Una forma de responder que se antoja fuera de sitio. Aznar quiere una disciplina, pretende imponer un silencio sepulcral a un partido que se encuentra en plena ebullición ante el interrogante de su futuro. Aunque los posibles sucesores ofrezcan una imagen de tranquilidad y sosiego, hay otros nombres con mucho peso en el pasado y en el presente que no están dispuestos a quedar sepultados por una decisión. En esa lista podríamos incluir a Trillo, Álvarez Cascos, Lucas e incluso podría estar Loyola de Palacio. Son aquellos que llevaron a Aznar a la Moncloa a golpe de oposición y que no van a renunciar al futuro de "su" partido tan fácilmente. Y además, Aznar haría mal y cometería un grave error estratégico ignorando a los que le situaron en el cogollo del poder.

En fin, lo que parece incuestionable es que Aznar solo no va a poder escoger al sucesor. Se enfade o no se enfade, tendrá que contar con los pesos pesados del PP. Tendrá que escuchar y tendrá que consensuar. La Junta Directiva Nacional deberá dar el visto bueno, pero eso será un simple formalismo. La hora de la verdad será cuando los "históricos" den el visto bueno al elegido, Aznar se va pero el PP continúa..."y punto".

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