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Ignacio Villa

¿Quién es el "Armstrong" de PP?

Las tardes del mes julio siguen siendo las tardes del Tour de Francia. Con el recuerdo siempre en Miguel Indurain, en estas calurosas tardes pre-vacacionales se sigue viviendo de cerca, más por inercia que por emoción, los finales de etapa de la Vuelta francesa. En un momento, por cierto, en el que en la política española se esta viviendo otro final de etapa; un final de etapa apretado e intenso, decisivo e importante, angustioso y extenuante. Es el final de etapa de la sucesión de Aznar, en la que los protagonistas intentan guardar las formas mientras sus gregarios hacen el trabajo sucio, en ocasiones muy sucio, de llevar a su líder a lo más alto. Los cabeza de cartel, como decía, intentan guardar las formas; pero el esfuerzo, el calor, los porcentajes de los puertos y los finales de etapa en alto están provocando que aflore ya el cansancio y los malos gestos, de unos y de otros. Así está el Partido Popular, cuando falta un mes para el inicio definitivo de la cuenta atrás para la elección del sucesor.

Ese proceso final tiene ya kilómetro cero: será el 23 de agosto en Menorca, en la tradicional cena de final de verano del presidente Aznar con los militantes y simpatizantes de la isla; días después será la tradicional cita de Quintanilla de Onésimo –la última vez– en la que el Jefe del Ejecutivo marcará las pautas políticas del curso desde Castilla-León. Esa misma semana, primer Consejo de Ministros del curso con el cese de Josep Pique como ministro de Ciencia y Tecnología, y así sucesivamente; un inicio de curso con un guión intenso como pocos y que nos llevará, ya de forma irremisible, hacia la designación del sucesor del presidente Aznar.

Y aunque algunos intentan dejar a más de uno en el camino antes de tiempo, en estos momentos en los que nos encontramos en ese kilómetro cero aparecen los candidatos, todos los candidatos en disposición de llegar al ansiado lugar del escogido. Y todos, son todos. En este sentido, la lección que Lance Armstrong ha dado en la etapa del Tour de Francia del mítico Luz Ardiden es una enseñanza directa e impecable para el mundo político del Partido Popular. Armstrong, objetivo de todos y de todo, centro de todos los ataques, punto de atención de todos los adversarios, ha realizado una demostración de coraje y de fuerza. Se ha caído, se le ha descoyuntado la bicicleta e incluso ha quedado descolgado. Se le daba por muerto y ha resucitado en el tramo final de la etapa ganando de forma brillante. Un mensaje para todos los aspirantes: a estas alturas de la carrera, ninguno de la amplia lista de candidatos se puede dar por descolgado. Ni una caída, ni las intenciones manipuladas de algunos medios de comunicación, ni el trabajo sucio de algunos fontaneros, ni la aparente ausencia de liderazgo político, ni las heridas de un largo curso político son motivos para sentirse descolgado del "sprint" final. Armstrong se lo ha enseñado a los candidatos del PP: cuando uno quiere, gana. Ni las caídas inoportunas, ni las contrariedades familiares, ni los tropezones físicos, ni siquiera los errores de estrategia o las debilidades del propio equipo, dejan a nadie fuera. Sólo deja fuera la deslealtad, el ir por libre, creerse superior a los demás o el abuso de las propias fuerzas. Aplicando estos baremos, se puede considerar fuera sólo a Ruiz Gallardón, víctima de sus propios errores y de sus viejas aspiraciones.

Todos los demás están ahí, en el inicio de la subida de Luz Ardiden: Rato, Mayor, Rajoy, Acebes, Zaplana y Loyola, incluso Arenas vigila el desenlace final. Todos están ahí, con un claro convencimiento: el PP necesita un Lance Armstrong de la política, ahora les toca descubrir quién puede ser esa joyita.

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