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Ignacio Villa

Ramplón, ramplón...ramplón

estos siete meses de Gobierno socialista nos dejan un lamentable bagaje en la política exterior. Pobreza de contenidos, ineptitud en las estrategias y simplonería en los planteamientos

En el inicio de la presente legislatura era previsible que el Gobierno Zapatero fuera a tener más de un tropezón fruto de la inexperiencia, de la torpeza o simplemente de la bisoñez. Pero hace siete meses era difícil pensar que el actual Ejecutivo fuera a dilapidar, como lo ha hecho, las líneas maestras de la política exterior de años.
 
Zapatero ha cogido en sus manos el prestigio exterior de España como sí fuera un juguete en manos de un niño. Dicho de otra forma: se lo pasa bien, pero no tiene el más mínimo sentido de Estado. El actual presidente del Gobierno está cometiendo una larga lista de errores, la mayoría de ellos encadenados fruto de una ineptitud poco habitual. No hay que olvidar que Zapatero no esta solo. Tiene en Moncloa un director del Departamento de Internacional que lleva directamente la presencia de Zapatero en el extranjero. Además el presidente del Gobierno tiene línea directa con el ministro de Asuntos Exteriores. En fin, que se ha equivocado y mucho, pero ciertamente no se equivoca solo.
 
En estos siete meses hay muchos errores cometidos en este terreno; pero por encima de todos llaman la atención tres:
 
Primero.- Zapatero ha roto de cuajo las excelentes relaciones con los Estados Unidos. Gracias a sus caprichos de progresía trasnochada, España ha deteriorado a toda velocidad la buena sintonía que existía con la primera potencia del mundo. Sin reparos, sin escrúpulos, sin seriedad ha demolido la excelente relación con los americanos, de cuyas bondades los primeros beneficiados eran los propios ciudadanos españoles.
 
Segundo.- El actual presidente del Gobierno ha conseguido laminar la imagen que España tenía en Europa. El Gobierno español tenía fama de ser un negociador duro y exigente. No permitía margen para la broma. Habíamos pasado de estar en la cola de Europa a situarnos en el núcleo de decisiones. Ahora nos encontramos asustados en una esquina, sin personalidad y a las órdenes de Francia y Alemania.
 
Tercero.- Zapatero huye de viajes y de visitas oficiales. Lo que al principio era parte del talante, ahora se ha convertido en un llamativo defecto que va a más. Zapatero está incómodo en los viajes internacionales, acorta sin previo aviso las agendas, desaparece de las cumbres antes de tiempo o se muestra callado y tímido en una esquina de las reuniones. A Zapatero parece que no le gustan las relaciones públicas en esos recorridos por el mundo y eso, al final, pasa factura.
 
En resumen, estos siete meses de Gobierno socialista nos dejan un lamentable bagaje en la política exterior. Pobreza de contenidos, ineptitud en las estrategias y simplonería en los planteamientos. Menudo panorama.

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