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Ignacio Villa

Recarguen baterías

Con el mes de agosto, coincidiendo con el último Consejo de Ministros del curso, comienzan también unas semanas de mayor sosiego político. Si echamos un vistazo al calendario, observamos que este mes de agosto va a ser el último momento de tranquilidad en la batalla política de los dos próximos años. Al menos cuatro convocatorias electorales, y la elección del sucesor de José María Aznar en el Partido Popular, van a imponer un fuerte ritmo, en los dos grandes partidos, hasta el verano de 2004.

Para empezar, durante el próximo curso político nos esperan las elecciones municipales y autonómicas. Esta cita electoral va a ser la única vez en la que, realmente, el presidente Aznar y el secretario general de los socialistas, Rodríguez Zapatero, se van a encontrar "cara a cara" en unos comicios de estas características. Va a ser un duelo algo ficticio, puesto que ninguno de los dos concurre como cabeza de lista a esas elecciones, pero en la práctica van a ser los verdaderos rostros de los carteles electorales.

Un doble protagonismo, que va a gozar de una especial relevancia. Por un lado, José María Aznar tiene la obligación moral de implicarse intensamente en la campaña electoral. Su marcha ha dejado abiertos muchos interrogantes dentro del Partido Popular, y los resultados de las municipales y autonómicas serán un buen termómetro de cómo están las cosas a un año escaso de su despedida. El PP tiene la necesidad de obtener unos muy buenos resultados en ayuntamientos y gobiernos autonómicos. De no ser así, los nervios y la tensión interna estarán más que asegurados. Una situación que nadie quiere dentro del PP en vísperas de unos momentos decisivos para su permanencia en el Gobierno. Por su parte, José Luis Rodríguez Zapatero tendrá que demostrar, por la vía de los votos, que empieza a diseñar un proyecto atractivo y con capacidad de victoria. Zapatero, que según indican todas la encuestas ha salido bien parado del último Debate sobre el Estado de la Nación, deberá confirmar con buenos resultados electorales su liderazgo interno en el PSOE. El leonés ha "aguantado" ya dos años al frente de las huestes socialistas, y ahora tendrá que pasar su verdadera prueba de fuego en unas elecciones en las que se enfrentará a un José María Aznar que, aunque se encuentre en vísperas de su despedida, no puede tampoco desentenderse de la campaña y de los resultados.

Los dos, pues, se juegan mucho. Uno, el asegurar la herencia de un partido convencido de sus posibilidades, con importantes cotas de poder municipal y autonómico, y con el ambiente interno tranquilo en vísperas de la designación del sucesor. El otro, necesita también muy buenos resultados para que no se ponga precipitadamente en duda su candidatura para las elecciones generales de 2004. Unos malos resultados colocarían de nuevo a Zapatero al borde del precipicio.

Con todo esto, como un condimento que va a llenar muchas noches de conciliábulo político, aparace de forma ya inflexible e inaplazable la designación del sucesor de José María Aznar. La fecha prevista para ello es la del otoño del año próximo, pocos meses después de las elecciones autonómicas y municipales. Una fecha que, algunos sugieren, podría adelantarse antes del verano para evitar semanas de especulaciones, que lo único que provocarían es un desgaste perfectamente evitable al PP y a los posibles candidatos. En todo caso, lo que es inevitable es que el curso político que se inicia el próximo mes de septiembre será el de la sucesión de Aznar, puesto que de los avatares de los próximos meses dependerá directamente el nombre del elegido.

En fin, con todo lo expuesto en estas líneas, observando lo que nos espera en los próximos meses –incluso sin contar con las generales y europeas de 2004– el verano oficial y político que ahora comienza es una ocasión ideal para que los primeros espadas de la política nacional recarguen baterías. Se juegan mucho ellos y los suyos. Y necesitan estar en plena forma.

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