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Ignacio Villa

Respeto institucional ¿Política ficción?

La prueba de fuego para conocer el fondo de la estrategia del PNV tiene nombre propio. Va a ser el llamado respeto institucional. Después de las elecciones del pasado domingo, los nacionalistas vascos están haciendo algunos amagos; gestos que tienen buen aspecto formal, como el anuncio de dejar fuera a EH de la ronda de contactos que va a iniciar Ibarretxe, una exclusión que durará –dicen– mientras no condene la violencia.

Por desgracia, estos síntomas, que en otras ocasiones podían considerarse como positivos, tienen el sello de la experiencia. Y la experiencia enseña que, desde el PNV, muchas veces se predica con una apariencia de buena intención que nada tiene que ver con el verdadero fondo, muy lejano a las declaraciones públicas.

En esta ocasión, todo es más fácil. Aquí no hay engaños, ni trampas. Si el PNV quiere realmente reconducir la situación, deberá acatar públicamente el respeto institucional. Es decir, tendrá que reparar el daño tan grave que hizo en la última legislatura a las instituciones como el Parlamento vasco o el Estatuto.

José María Aznar lo ha recordado en la sesión de control en el Congreso. Los dirigentes nacionalistas mantienen desde hace un tiempo una actitud de falso dialogo con el objeto de dinamitar, desde el Pacto de Estella, las instituciones vascas. Y, precisamente, si su anunciada disposición de diálogo es sincera, deberá reponer ese respeto institucional dejando fuera del circuito a los cómplices de los violentos; es decir, a EH.

El PNV ha vivido a expensas de los terroristas y de sus cómplices durante una legislatura. Por lo tanto, todo pasa por una rectificación de esa posición. Pero ¡ojo!, si eso cambia sólo será el principio. Tendrá que confirmarse en el tiempo que ese cambio tiene fundamento. Y, por el momento, estamos hablando de política ficción. El PNV está todavía donde estaba: más cerca de Estella que del respeto a las instituciones.

Así que, de momento, no hay motivos para el optimismo.

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